JESÚS ES LA PUERTA AL CORAZÓN DEL PADRE

“La puerta del Corazón del Padre está siempre abierta” (Palabra interior).

El Hijo de Dios nos la ha abierto para siempre, y a través de Él podemos acceder a nuestro Padre en todo momento. Jesús nos lo ha dado a entender incontables veces, sobre todo en el Evangelio de San Juan.

Podemos encontrarnos de forma especial con el infinito amor del Padre por su Hijo y del Hijo por su Padre al sumergirnos en la oración que Jesús le dirige antes de su Pasión y Muerte, plasmada en el capítulo 17 de San Juan. En ella, se manifiesta el deseo de nuestro Señor Jesucristo de hacernos partícipes de este amor.

“Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno. Yo en ellos y Tú en mí, para que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que Tú me has enviado y los has amado como me amaste a mí” (Jn 17,22-23).

Y Jesús sigue introduciéndonos en este amor, para que tengamos libre acceso al corazón del Padre, cuya puerta Él nos ha abierto:

“Padre, quiero que donde yo estoy también estén conmigo los que Tú me has confiado” (Jn 17,24).

Por la fe, sabemos cuánto le costó a Jesús allanarnos este camino. Solo por su amor, el Hijo de Dios fue capaz de asumir todo el sufrimiento para arrebatar al diablo el dominio sobre las almas pecadoras. Ahora nos corresponde atravesar esta puerta abierta al Corazón del Padre a través del amor y la confianza. Todo esto ha sido preparado para cada persona. Fue Jesús mismo quien lo hizo para que podamos permanecer para siempre en el corazón del Padre:

“Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que Tú me amaste esté en ellos y yo en ellos” (Jn 17,26).