ITINERARIO CUARESMAL | Día 22: “Fidelidad a la Tradición”

Empecemos la meditación de este día escuchando las palabras que el Señor dirige a sus discípulos en el evangelio de hoy:

“No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla. Así, el que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5,17-19).

Ayer echamos un vistazo a tres de los siete sacramentos de la Iglesia, considerándolos como una enorme ayuda del Señor para alcanzar nuestra meta, que es la unificación con Dios en el amor.

Una de las razones por las que abordé específicamente estos tres sacramentos es porque hay pretensiones de cambiar la praxis de la Iglesia justamente en relación con éstos, lo cual, con justa razón, causa confusión entre los fieles. Hace parte del camino de seguimiento de Cristo la fidelidad a la auténtica doctrina y a la praxis de la Iglesia, sin involucrarse en experimentos de ningún tipo, sea quien sea que los proponga.

La doctrina de la Iglesia es un gran tesoro. Es como agua cristalina, que brota del Trono del Cordero (cf. Ap 7,17) y empapa las praderas, para que el rebaño de Dios obtenga buen alimento. Si esta doctrina se debilita, se contamina o incluso se falsifica, el Pueblo de Dios sufre las consecuencias y los pastores no asumen su misión. Esto significa que las muchas personas a las que aún debe llegarles el mensaje del Evangelio, se quedan sin alimento.

Vivimos en tiempos difíciles, que constituyen también un reto para nosotros… Ante la creciente apostasía, esta época pide “mensajeros que anuncien la paz” (Is 52,7); aquella paz que el mundo no puede dar (cf. Jn 14,27).

Debemos deshacernos de ese falso pensamiento de que la confesión de la verdad y nuestra convicción de que Dios llama a todos los hombres al seno de la Iglesia Católica serían arrogantes e intrusivas para las otras personas, y que por eso sería mejor que nos abstengamos de evangelizar. ¡Sucede todo lo contrario!

Sin descartar la posibilidad de que quizá nosotros mismos, debido a que nuestro temperamento no ha sido lo suficientemente purificado aún, podamos ser demasiado intensos, la verdad misma nunca es insistente en sentido negativo.

En el evangelio de hoy, Jesús supone naturalmente que la Palabra debe ser enseñada en conformidad con la Ley, y nos deja en claro que la más mínima desviación de la Ley reducirá significativamente la recompensa celestial. Esto cuenta también para nosotros, los católicos: ni la más mínima desviación de la doctrina que nos ha sido transmitida debe encontrar cabida en nuestra alma, y mucho menos podemos transmitir tales errores a otros.

Pidámosle al Señor un santo fervor para dar testimonio de su amor a los hombres. No pocas veces, este celo parece haber disminuido y las energías parecen enfocarse más en cuestiones intramundanas. Pero no es ésa la intención del Señor, ni es lo que verdaderamente ayuda a las almas.

Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/2021/03/10/

Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/2022/03/23/

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