INICIO DE LA SABIDURÍA

 

“Inicio de la sabiduría es el temor del Señor” (Prov 1,7).

Cuando el don del temor de Dios empieza a actuar en nosotros, amado Padre, entonces tu amor ya ha entrado en nuestro corazón. Porque este temor no significa otra cosa que no querer ofenderte de ninguna manera, no querer rechazar de ningún modo tu infinito amor y tener siempre cuidado de no herir tu sensible Corazón. Por tanto, el don del temor de Dios nos despierta de toda pereza y nos educa para que no nos dejemos llevar, sino que prestemos cuidadosa atención a todo: a cada palabra que sale de nuestra boca, a cada obra que realizamos e incluso a cada pensamiento que albergamos. ¡Todo ha de estar sometido a la obediencia del amor! Para ello, será necesario recorrer un camino, pero es un camino fecundo del amor.

Amado Padre, tú te lo mereces. Es lo menos que podemos hacer por ti, que siempre nos tratas con tanta ternura. Incluso cuando necesitamos ser corregidos, lo haces con amor paternal y con benevolencia. ¡Así eres tú!

¿Cuándo hemos escuchado de ti una palabra fea o sentido un gesto despectivo? ¿Cuándo te has burlado de nosotros? ¡Nunca!

Sin embargo, nosotros atentamos fácilmente contra el amor a nuestro prójimo. Gracias a tu ejemplo y a este maravilloso don del temor del Señor, podemos aprender a tratar a nuestro prójimo como tú nos tratas a nosotros.

Día tras día debemos ponerlo en práctica con gran vigilancia. No debería ser tan difícil, siendo así que tenemos un Padre tan bondadoso. Entonces nuestro amor irá creciendo. Y en la medida en que crezca el amor, nos volveremos capaces de mostrárselo a nuestro prójimo, porque ya no dependeremos únicamente de nuestra capacidad humana de amar, que es tan limitada, sino que tu amor divino se hará eficaz en nosotros.

¡Qué bendición será esto para nuestro prójimo y qué alegría para ti!