INFLUIR EN LOS TIEMPOS DE DIOS

“El tiempo está en mis manos, pero con tu fervor y amor puedes influir en él” (Palabra interior).

Podemos tomarlo como una invitación de Dios de que incluso podemos cooperar en la historia de la salvación, pues los tiempos de su actuación salvífica no son estáticos e inamovibles.

¿Cómo comprenderlo adecuadamente?

San Pedro nos dice en una de sus cartas: “Como un ladrón llegará el día del Señor. Entonces los cielos se desharán con estrépito, los elementos se disolverán abrasados, y lo mismo la tierra con lo que hay en ella. Si todas estas cosas se van a destruir de ese modo, ¡cuánto más debéis llevar vosotros una conducta santa y piadosa, mientras aguardáis y apresuráis la venida del día de Dios” (2Pe 3,10-12a).

Así que nosotros –con nuestro ministerio– estamos involucrados en el plan salvífico de Dios. Todo lo que hagamos con fervor y por amor a Dios es una cooperación en su plan.

De esta manera, el Señor nos honra sobremanera y nos abre una amplia perspectiva: ¡Podemos y debemos cooperar en su plan de salvación! Quizá lo entendamos mejor comparándolo con nuestra realidad humana: cuando ponemos todo nuestro empeño en algo, sin permitir que se interpongan obstáculos causados por nosotros mismos, llegaremos con más rapidez y seguridad a la meta.

Pensemos en lo que sucede cuando Dios llama a una persona a consagrarse a Él, pero ella titubea una y otra vez. ¡Cuánto habría podido hacer por el Reino de Dios si hubiera respondido inmediatamente al llamado!

Entonces, el Señor nos llama a cooperar consciente y atentamente para que su plan de salvación pueda hacerse realidad. Él quiere despertar siempre de nuevo nuestro fervor y nuestro amor. ¡Se refiere a cada uno de nosotros!