HECHOS DE LOS APÓSTOLES (Hch 13,14-16): “Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia”

[Pablo y Bernabé] siguieron desde Perge y llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Después de la lectura de la Ley y los Profetas, los jefes de la sinagoga se dirigieron a ellos: “Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, decidla”. Pablo se levantó, pidió con la mano silencio y dijo: “Varones israelitas y los temerosos de Dios, escuchad.”

La misión de los apóstoles continúa. En Antioquía de Pisidia se les pidió que dirigieran la palabra a los que se habían reunido en la sinagoga el sábado, tanto israelitas como otros hombres temerosos de Dios. Pablo aprovechó la ocasión para conducir a sus oyentes a través de la historia de Israel y de los profetas hasta la venida de Jesús, en quien se cumplieron las promesas y cuya resurrección venía a anunciarles (Hch 13,17-41). Tras el discurso de Pablo, el relato de los Hechos de los Apóstoles continúa así:

“Terminada la reunión, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé, que les exhortaban y persuadían a permanecer en la gracia de Dios. El sábado siguiente se congregó casi toda la ciudad para oír la palabra del Señor. Cuando los judíos vieron la muchedumbre se llenaron de envidia y contradecían con injurias las afirmaciones de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con valentía: ‘Era necesario anunciaros en primer lugar a vosotros la palabra de Dios, pero ya que la rechazáis y os juzgáis indignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles. Pues así nos lo mandó el Señor: ‘Te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta los confines de la tierra’. Al oír esto los gentiles se alegraban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna. Y la palabra del Señor se propagaba por toda la región. Pero los judíos incitaron a mujeres piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad, promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. Éstos se sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se dirigieron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo” (Hch 13,43-52).

Una vez más, la gran fecundidad de la misión despertó la envidia de ciertos judíos. Empezaron a contradecir e injuriar a los apóstoles. Las injurias suelen indicar la influencia de espíritus malignos sobre quienes las profieren. En gran parte, la oposición al mensaje del Señor había adquirido un carácter feo y malicioso. Por lo general, ya no se trataba de una disputa sobre la verdad, sino que los corazones de los judíos hostiles estaban envenenados por sentimientos malignos.

Pablo y Bernabé se dieron cuenta de que ya no podían llegar a estos judíos hostiles y sacaron la conclusión pertinente: “Era necesario anunciaros en primer lugar a vosotros la palabra de Dios, pero ya que la rechazáis y os juzgáis indignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles”.

Había llegado el momento de no limitar el anuncio sólo a los judíos. Aquellos que se cerraban al mensaje del Señor no podrían pasar por la puerta hacia la vida eterna, pues rechazaban la gracia que Dios les ofrecía. Los apóstoles ya no podían detenerse en anunciar el mensaje de la salvación a aquellos corazones obstinados. Así lo dijeron ellos mismos, recordando el mandato del Señor: “Te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta los confines de la tierra”.

Evidentemente, ahora les había quedado claro que debían dirigirse a los gentiles. Los judíos hostiles, por su parte, tendrían que cargar ahora con las consecuencias de no haberse abierto al mensaje de la salvación.

También para nosotros, que queremos transmitir la fe a los hombres, esta es una lección importante: si hemos intentado convencer a ciertas personas sobre las verdades de la fe o hemos intentado transmitirles el Evangelio, pero no hay disposición para escuchar por su parte, entonces hemos de dirigirnos a aquellos que sí quieren recibir el mensaje. Podemos seguir orando y ofreciendo sacrificios por los primeros, pero si vemos que cierran las puertas para acoger la verdad, es correcto no seguir desgastando el tiempo y la energía.

Muchos gentiles se alegraron al escuchar que también ellos estaban destinados a la salvación y abrazaron la fe. La Palabra del Señor se propagó por toda la región.

Los judíos hostiles, en cambio, no daban tregua. Se aprovecharon de su influencia e incitaron a las personas con autoridad en la ciudad. Así se desató otra persecución y los apóstoles fueron expulsados de su territorio.

En esta ocasión, leemos que los discípulos se sacudieron el polvo de los pies contra aquella ciudad, aplicando concretamente las palabras de Jesús: “Si alguien no os acoge ni escucha vuestras palabras, al salir de aquella casa o ciudad, sacudíos el polvo de los pies. En verdad os digo que en el día del Juicio la tierra de Sodoma y Gomorra será tratada con menos rigor que esa ciudad” (Mt 10,14-15).

Se trata de una advertencia muy seria del Señor, que en este caso se dirige en particular contra aquellos judíos que se cerraron al mensaje del Evangelio e incitaron a otros a hacer lo mismo, obstruyéndoles también a ellos el acceso a la Palabra del Señor.

Por su parte, los apóstoles siguieron su camino llenos de alegría y del Espíritu Santo.

Meditación sobre la lectura del día: https://es.elijamission.net/el-verdadero-guia-de-la-mision-2/

Meditación sobre el evangelio del día: https://es.elijamission.net/si-el-mundo-os-odia/

Descargar PDF