HECHOS DE LOS APÓSTOLES: El testimonio de los apóstoles y la crisis actual de la misión (II)

 

Antes de seguir acompañando a San Pablo a lo largo de los capítulos que nos faltan de los Hechos de los Apóstoles y prepararnos para la cercana Solemnidad de Pentecostés, retomemos el tema que iniciamos ayer y detengámonos en las consecuencias que resultan cuando dejamos de considerar a Jesucristo como el único Salvador del mundo y ya no lo anunciamos con el celo de los apóstoles, tal como había hecho la Iglesia a lo largo de los siglos con gran fidelidad.

Si nos fijamos en la situación actual de la Iglesia con respecto a la misión que le fue confiada, tenemos que constatar que ciertos círculos, que llegan incluso hasta la más alta jerarquía, ya no se sienten comprometidos con el mandato misionero de Jesús de la misma manera que lo cumplió la Iglesia desde el principio.

Antes de volver sobre la «Declaración de Abu Dabi», conviene escuchar las declaraciones realizadas por Monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto, el 4 de abril de 2022 en una conferencia en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum) en Roma, bajo el tema «Próximos pasos en el diálogo judeo-católico». Veremos que, en este caso, el diálogo con los representantes de dicha religión ya no tiene como meta buscar las formas más apropiadas para transmitir a los judíos el mensaje del Señor y que lleguen a la fe en Él, sino que es más bien una renuncia a la misión.

El arzobispo Bruno Forte, como representante de la Iglesia católica, explicó que ya no sería necesario que los judíos aceptaran a Jesús como su Redentor para salvarse. Exhortó a todas las confesiones cristianas a que se tomaran en serio esto, siguiendo el ejemplo de la Iglesia católica. Esto significaría que ya no debería haber misión hacia los judíos. Antes bien, se debería trabajar de la mano con ellos para construir un mundo mejor.

Escuchemos con atención: en contraste con los apóstoles, que anunciaron al Mesías a los judíos, por quienes Él había padecido y muerto, este arzobispo sugiere que los judíos ya no necesitan al Señor para salvarse. Por desgracia, no se trata de la opinión privada de un obispo descarriado, sino que debemos suponer que se ha convertido en una tendencia comúnmente aceptada en la Iglesia. A esto se suma la exhortación a las otras confesiones cristianas a seguir el ejemplo de la Iglesia para «poner fin a la misión activa hacia los judíos». ¡Monseñor Forte está hablando en nombre de la Iglesia católica!

Tales declaraciones resultan casi grotescas después de lo que hemos leído en las últimas semanas en los Hechos de los Apóstoles. ¿Qué dirían de esto San Pablo y los apóstoles? Ciertamente lo considerarían una traición al Señor y proferirían su «anatema».

En este caso no solo se trata de la crisis en la Iglesia, sino que, en el fondo, se pretende eliminar el mandato misionero de Jesús y, para colmo de males, se incita a otros cristianos a hacer lo mismo. Aquí se puede identificar el espíritu de la mentira y del engaño en acción, con el fin de excluir a los judíos de la salvación en Cristo.

Mientras que estas declaraciones del arzobispo Bruno Forte constituyen un engaño a los judíos, la Declaración de Abu Dabi y las afirmaciones de Francisco en Singapur afectan a la misión mundial. A modo de recordatorio, cito brevemente las dos afirmaciones:

“El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos”.

“Todas las religiones son un camino para llegar a Dios. Y, hago una comparación, son como diferentes lenguas, como distintos idiomas, para llegar allí.”

Nos enfrentamos aquí a una relativización del mandato misionero de los cristianos, porque, si todas las religiones son igualmente queridas por Dios y todas conducen a Él, ¿qué sentido tendría la misión de la Iglesia de anunciar a todos los hombres a Jesucristo como Redentor? Quizá los protagonistas de tales declaraciones apóstatas lo sustituyen con la esperanza de que el encuentro entre las religiones las fecundará mutuamente, de que cooperarán en pro de la paz y de un mundo mejor, de que edificarán una fraternidad mundial y otras metas similares. Pero estos objetivos no concuerdan con lo que Jesús dijo a los apóstoles en su mandato misionero: lo que está en juego es la salvación eterna de las almas.

Si consideramos las declaraciones del arzobispo Bruno Forte como una traición a la misión de Jesús hacia su pueblo, entonces las declaraciones relativistas del documento de Abu Dabi y las afirmaciones de Francisco en Singapur constituyen, a nivel objetivo, una traición al mandato misionero de la Iglesia para toda la humanidad. A través de tales pronunciamientos oficiales por parte de destacados representantes de la Iglesia e incluso de su cabeza, se está induciendo a error a las personas y privándolas del auténtico anuncio del Evangelio. Resulta evidente que ésta no puede ser la intención del Espíritu Santo, que impulsó a los apóstoles a proclamar el Evangelio con gran autoridad.

Entre otras cosas que han afectado gravemente a diversos ámbitos de la vida eclesial, esta carga insoportable para la misión de la Iglesia ha quedado como herencia del último pontificado. Corregir todos estos errores sería un trabajo duro, pero impostergable, que un Papa ortodoxo tendría que realizar para que la fe católica vuelva a anunciarse como el Espíritu Santo lo quiso. La autenticidad del nuevo pontificado se demostrará si León XIV está dispuesto a guiar a la Iglesia de vuelta al camino correcto.

Meditación sobre el evangelio del día: https://es.elijamission.net/evangelio-de-san-juan-jn-1616-24-la-verdadera-alegria/

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