“FIJARSE EN LO BUENO”

«Amad las virtudes de vuestras hermanas y no penséis en sus defectos» (Santa Teresa de Ávila).

En esta exhortación de Santa Teresa se refleja la manera en que nuestro Padre nos mira: es una mirada de amor. Ciertamente, la frase de hoy no quiere decir que haya que pasar por alto todos los errores, sino que hace hincapié en la primacía de la caridad. Santa Teresa se dirige a sus hermanas de comunidad, consciente de lo fácil que es obsesionarse con los errores reales o supuestos de los demás y permitir que estos dominen y empañen nuestros pensamientos y sentimientos. Entonces, se da a los defectos ajenos un peso que, por lo general, no les corresponde.

Recordemos la comparación que hace nuestro Padre celestial en el Mensaje a Sor Eugenia, diciéndonos que el poco oro que le ofrecemos —y con ello se refiere al amor— pesa infinitamente más que el hierro que a menudo le entregamos, en referencia a nuestros pecados y faltas.

Cuando nos fijamos en las virtudes de quienes nos rodean, empezamos a descubrirlas cada vez más y nuestro corazón se abre con mayor facilidad y franqueza hacia ellos. Seremos capaces de superar el muro de la desconfianza que se levanta cuando nos centramos en los defectos ajenos. Al mismo tiempo, derribaremos ciertas «estructuras de poder» que se consolidan cuando echamos en cara sus errores al prójimo. Para evitar malentendidos, conviene aclarar que a veces es inevitable percibir las faltas de los demás, sobre todo cuando uno ocupa una posición de autoridad, y hacérselas ver en una corrección fraterna.

Pero el corazón amoroso de Santa Teresa habla acertadamente: Descubrir las virtudes de los demás, en lugar de enfocarnos en sus defectos, puede conducir a una profunda libertad personal que, a su vez, dejará libres a las otras personas.