ESTAD TRANQUILOS

“Estad tranquilos y despreocupados, sin perder jamás la vigilancia y concentración del alma” (Palabra interior).

Combinar estos dos elementos es un arte espiritual muy fino. Esta tranquilidad despreocupada surge de la seguridad de saberse cobijado en Dios y de vivir concretamente en esta certeza. Entonces, todas las situaciones que se nos presentan no serán superadas en primer lugar a través de los esfuerzos de nuestra voluntad; es decir, con nuestras propias fuerzas, lo cual fácilmente lleva a una tensión interior. Antes bien, serán afrontadas escuchando atentamente las directrices del Señor. Nuestra voluntad sigue entonces el hilo del Espíritu Santo y se acopla dócil y tiernamente a él.

De esta manera, nuestra forma de vivir estará cada vez más marcada por lo sobrenatural. Sabemos que nuestro Padre tiene todas las cosas en sus manos, y que Él “trabaja todo el tiempo” (Jn 5,17). De ahí nos viene aquella tranquilidad despreocupada, que será tanto más grande cuanto más recorramos este camino de la confianza.

Esta tranquilidad en Dios, unida a la vigilancia del alma, forman una armoniosa unidad. En efecto, es el mismo Espíritu el que despierta en nosotros la vigilancia adecuada, para que no se pierda el enfoque y la concentración del alma. Por tanto, la tranquilidad despreocupada de la que hablamos no es, de ninguna manera, una especie de pereza espiritual, que aletargaría nuestra alma; sino que es un apoyo para la vigilancia y concentración del alma.

El alma no ha de descuidar su formación espiritual y ascética; sino que, gracias al creciente influjo del Espíritu Santo sobre ella, se cuidará de estar siempre en la disposición correcta para escuchar las directrices de Dios y responder a ellas.

Esto implica evitar todo aquello que debilitaría nuestra atención interior a nuestro Padre Celestial; todo lo que nos ate innecesariamente a las cosas pasajeras; todo lo que, de una u otra forma, quiera aprisionarnos.

Al mismo tiempo, pondremos en práctica la prudencia cristiana, que nos enseña a optar por lo que más nos sirva en el camino espiritual.