ESPACIOS VACÍOS 

“Cuando tu alma se entretiene demasiado tiempo en el mundo de la nada, se vacía más. Ciertos intereses debilitan tu alma y la mantienen atrapada en espacios infecundos” (basado en una palabra interior).

Esta exhortación se dirige a aquellos que ya se han propuesto seriamente profundizar su vida espiritual. Aunque ya se haya tomado la decisión fundamental de seguir incondicionalmente al Señor, es necesario recordarla una y otra vez y defenderla con sabiduría de los influjos de este mundo.

En efecto, no sólo el pecado separa nuestra alma del Padre Celestial. También el entretenerse en contenidos inútiles y vacíos perjudica nuestro enfoque en Dios. El dominio casi global del internet –siempre presente en los smartphones– y las incontables ofertas de los medios de comunicación aumentan el potencial de distracción y dispersión a niveles inconmensurables. Se aprovechan de la curiosidad de la persona y no pocas veces la llevan a la periferia. Por ello, se requiere una gran vigilancia para usar los medios de forma fructífera y productiva, sin que afecten al gran tesoro de nuestra alma; a saber, la inhabitación de nuestro Padre en ella. Cuando se usa los medios de forma acrítica y por mera costumbre, se crean ciertos apegos que no son fáciles de superar, porque éstos satisfacen la curiosidad y una falsa sed de conocimiento.

Ciertamente nuestro Padre nos concede de buena gana los espacios de descanso y sano esparcimiento que nos sean provechosos. Pero Él distingue muy bien entre lo que es realmente provechoso y lo que no lo es.

En ese sentido, convendría examinar en un diálogo íntimo con nuestro Padre si estamos usando los medios de comunicación de forma provechosa y fructífera, o si a través de ellos estamos pretendiendo llenar ciertos “espacios vacíos de nuestra alma” con contenidos inútiles o incluso perjudiciales.