“Escucha atentamente la voz del Corazón de Dios. Eso es más importante que leer muchas cosas” (Palabra interior).
He aquí una invitación de nuestro Padre Celestial a profundizar en nuestra vida espiritual, porque cada palabra que escuchamos del Señor y movemos en nuestro corazón es capaz de iluminar nuestra alma, darle orientación y fortalecer el vínculo del amor.
De hecho, el leer muchas cosas (con lo cual ciertamente se hace alusión a una lectura excesiva) nos ata más bien a la dimensión mental. Es un poco similar al exceso en el habla, que fácilmente nos distrae y deja al alma hambrienta. Además, no pocas veces impide que la comunicación llegue a ser más profunda.
“Escuchar la voz del corazón de Dios” es una maravillosa invitación, que nos recuerda al ejemplo de Marta y María en el Evangelio: sentarse a los pies y escucharle es la mejor opción (Lc 10,42).
¿Qué será lo que escucharemos en el Corazón de Dios si seguimos esta invitación? Será siempre un mensaje de amor, y nuestro Padre nos atraerá hacia sí. Nuestro interior se centrará en Dios y nuestro corazón se familiarizará cada vez más con su Padre y Creador. Lo que nuestro Padre tiene para decirnos es mucho más importante que lo que podríamos leer o hablar. Debemos aprender a leer su Corazón. Cuanto más profunda se vuelva nuestra amistad con Él, tanto más nos comunicará sus deseos y nos animará y fortalecerá para cumplirlos.
Los místicos de nuestra Iglesia hablan del misterio del amor que se nos comunica a través de la contemplación. Escuchar atentamente la voz del Corazón de Dios hace parte de este misterio en el que nuestro Padre se nos comunica en el silencio. Es ese santo silencio el que nos saca de nuestra vida a menudo tan dispersa. Intentemos seguir esta invitación. ¡Será muy fructífero!