EMPEZAR CADA DÍA DE NUEVO

 

“Durante toda nuestra vida debemos trabajar, luchar y empezar cada día de nuevo” (San Francisco de Sales).

Nuestra meta es clara. Está inequívocamente señalada en la Sagrada Escritura y anunciada por la Iglesia. Venimos del Padre y volveremos a Él en la eternidad, si en esta vida le escuchamos y seguimos sus preceptos.

El camino hasta llegar ahí se convierte en una prueba y una tarea para nosotros, día tras día, hora tras hora. Cuanto más despertemos en nuestra vida espiritual, tanto más comprenderemos que vivimos en el “kairós”. Esto quiere decir que la gracia de Dios está siempre presente para ayudarnos a cumplir la tarea que nos ha sido encomendada.

Con su consejo, San Francisco de Sales quiere equiparnos para el camino. En efecto, la vida tiene desafíos y luchas que durarán hasta el final, aunque con el tiempo aprendamos a afrontarlos con más calma y serenidad.

¡Empezar cada día de nuevo!

Esto no significa que en cada nuevo día tengamos que empezar por recuperar lo que habíamos desaprovechado en el pasado, aunque también esta posibilidad nos ofrece nuestro Padre para que no nos desanimemos.

Antes bien, significa que cada día trae su propia tarea, sus propias oportunidades, sus propias luchas, sus propios retos… Para afrontarlos necesitamos valor y confianza. Si abrimos nuestros oídos y nuestros ojos empiezan a ver, constataremos que en este mismísimo día se nos permite cooperar en el plan de la salvación.

Puesto que el amor de nuestro Padre es infinito, podemos cada día salir en su busca y dejarnos encontrar por él. En cuanto despertamos, su amor ya está ahí y nos acompaña cuando cerramos los ojos al final de la jornada. Cada día quiere llenarnos más profundamente. Cada día de nuevo…