EL VÍNCULO DE AMOR CON DIOS

“El vínculo del amor es más fuerte aún que el lazo con el que la naturaleza ha unido tan fuertemente a los padres con los hijos” (San Bernardo de Claraval).

Sin duda, San Bernardo, el gran amante de Dios, se refería al vínculo de amor con Dios. Y puesto que éste es más fuerte que los lazos de la sangre, uno puede dejar atrás a la familia cuando se trata de responder a su llamado y dedicarse por entero al vínculo de amor con Dios. De hecho, este vínculo es indestructible y produce los mayores frutos. También crea nuevos vínculos entre aquellos que han dado el primer lugar a Dios y no anteponen nada al amor del Padre Celestial.

Jesús mismo nos lo deja claro. Cuando sus parientes le enviaron a llamar mientras hablaba a la muchedumbre, Él contestó: “‘¿Quién es mi madre y quiénes mis hermanos?’ Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dice: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos: quien hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre’” (Mc 3,33-35).

No hay vínculo más profundo que el que nos une a Dios, que no puede ser igualado por ningún amor humano, por grande que sea. En el Mensaje a la Madre Eugenia, nuestro Padre declara:

“Una madre jamás olvida a la pequeña criatura que ha dado a luz. Ahora bien, si una madre ama a este pequeño ser que le he dado, yo lo amo aún más que ella (…). Aunque ella lo olvidase o pensase en él solo ocasionalmente, sobre todo cuando su edad lo ha retirado del cuidado materno, yo no lo olvidaré jamás. Yo lo amo siempre; y, aunque él ya no se acuerde de mí, su Padre y su Creador, yo seguiré recordándolo y amándolo.”