EL TRIUNFO DEL PADRE EN EL CORAZÓN DE MARÍA

 

“El Corazón de María es un recinto puro y santo de encuentro con Dios” (Palabra interior).

Aparte del de Jesús, ¿existe otro corazón en el que nuestro Padre haya podido morar con todo su amor? Sí: en el Corazón Inmaculado de María. Como nos enseña verazmente la Iglesia, la Virgen María fue preservada del pecado original por un acto de gracia de Dios, en vistas de la misión que le sería confiada. Ella pronunció un “sí” sin reservas a la Voluntad de Dios, y así se hace visible en María lo que nuestro Padre dispuso para los suyos.

El sencillo “sí” de la Virgen permitió a nuestro Padre habitar en su Corazón y convertirlo en morada de su amor. El amor del Padre por la Virgen María llegó hasta el punto de confiarle a su Hijo Unigénito, el Redentor de toda la humanidad, para que naciera de Ella y viviera con Ella.

En el combate espiritual en el que estamos inmersos, también está en juego nuestro corazón. ¿A quién le pertenece? ¿Pertenece realmente a nuestro Padre o el enemigo será capaz de apartarnos de Él?

En la Virgen María, que el Señor nos dejó como Madre (cf. Jn 19,27), encontramos un Corazón que pertenece enteramente a Dios; un Corazón que ha despertado plenamente al amor. Ella ofrece este Corazón a sus hijos, para que, a través del amor, sus corazones se vuelvan semejantes al suyo. Satanás no podrá ya ejercer su influencia en un corazón impregnado por el amor de Dios. En un corazón tal, nuestro Padre ha alcanzado la victoria y su luz brilla en él.

Las personas y también las naciones están invitadas a consagrarse al Inmaculado Corazón de la Virgen María, para que en sus corazones pueda también habitar sin reservas el amor del Padre y llegue así aquella paz que Dios quiere conceder. ¡Este sería el triunfo del Inmaculado Corazón de María!