EL TESORO DE DIOS EN NOSOTROS

Dios nos creó a partir de la nada. Su única motivación fue su amor por nosotros. Por ello, creó al hombre a su imagen y semejanza (Gen 1,27) y lo revistió de una gran dignidad.

Así nos lo transmite el Padre en el Mensaje a la Madre Eugenia:

“Cuando Yo creo a una persona de la nada, del polvo, del elemento de la tierra, le concedo algo muy grande; algo que procede de mí: el espíritu, el alma. Así, cuando la persona llega a este mundo, es ya muy grande, pues porta en sí misma aquel tesoro de la belleza que procede de Dios, su Padre, y que hace que esta alma sea divina.”[1]

En este asombroso misterio radica la dignidad más profunda que Dios otorga a cada persona. ¡Cuánto adorna nuestro Padre el alma del hombre y con cuánta belleza la reviste! Podemos percibir su encanto especialmente en los niños pequeños. Pero también reconocemos su nobleza al ver a una persona que coopera con el Espíritu Santo para que este tesoro divino en ella se despliegue.

Nuestro Padre no escatimó ningún esfuerzo para salvar al hombre que había caído en manos de ladrones, y pagó como precio de rescate la sangre de su amado Hijo (cf. 1Cor 6,20). Con infinita paciencia levanta una y otra vez al hombre, sana sus heridas y lo encomienda al cuidado de la Iglesia (cf. Lc 10,25-37), para que ella le ayude a recuperar su belleza originaria y lo conduzca por la senda segura hacia la eternidad.

Absolutamente nada dejó de hacer nuestro Padre, con tal de ennoblecer a su criatura, elevándola a ser su amado hijo y limpiándola de toda mancha y arruga (cf. Ef 5,27).

Ahora nos corresponde a nosotros seguir a su Hijo con gran confianza, obedecer la guía del Espíritu Santo y vivir como hijos del Padre. Entonces se desvanecerán las tinieblas y el Reino de Dios se manifestará en nosotros (cf. Lc 17,21), para la gloria de nuestro Padre y para la salvación de las almas.

[1] Este pasaje del Mensaje de Dios Padre a la Eugenia Ravasio no está contenido en todas las traducciones. Sin embargo, lo tomamos en cuenta para esta meditación puesto que lo consideramos muy valioso.