EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

“Hijos míos, no os describiré toda la magnitud de mi infinito amor, porque basta con abrir los Libros Sagrados, contemplar el Crucifijo, el Sagrario y el Santísimo Sacramento, para poder comprender hasta qué punto os he amado” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Hay comunidades y parroquias en las que se adora con frecuencia el Santísimo Sacramento expuesto. Incluso hay lugares donde se practica la “adoración perpetua”. Ciertamente esto es una realización ya aquí en la Tierra de lo que haremos sin cesar y sin límites en la eternidad: adorar a la Santísima Trinidad. Si se lleva a cabo esta “adoración perpetua” las 24 horas del día y de la noche, ciertamente ésta fomenta la vigilante espera del Retorno del Señor y nos prepara para recibirlo.

Con los ojos de la fe, vemos cómo el Señor se nos da a conocer en el Santísimo Sacramento. Él quiere manifestarnos su amor y hacernos sentir su cercanía de esta manera. Quien tenga la oportunidad de orar ante el Santísimo expuesto, notará cómo se profundiza la relación con el Señor, volviéndose más íntima y tierna, y cómo los estratos interiores del alma se abren cada vez más a la presencia de Dios en el Sacramento.

En las palabras del Mensaje del Padre a Sor Eugenia que hemos estado abordando en las últimas meditaciones, nuestro Padre quiere mostrarnos su amor y darnos a entender que, en la meditación de las Sagradas Escrituras y en la contemplación del Crucifijo, del Sagrario y del Santísimo Sacramento expuesto, encontramos ocasión suficiente para percibir y asimilar cada vez más profundamente este amor.

Nuestro Padre quiere que vivamos como sus amados hijos y que estemos seguros de su amor. Puesto que esto nos resulta tan difícil y puesto que el deseo infinitamente grande de nuestro Padre es que lo conozcamos como es en verdad, Él nos declara su amor de maneras siempre nuevas, a la vez que nos señala aquellas pruebas ya existentes de su amor.