Hoy quiero compartiros un extracto de una palabra interior que recibí en oración en el año 1984.
“Buscad mi Rostro y permaneced en silencio ante él, para que pueda penetraros. Mi Rostro vuelve a dar un rostro a este mundo. Ha de atravesar las tinieblas e imprimir mis rasgos en el mundo. Buscad mi Rostro amoroso, sufriente y santo.
El mundo ha perdido su rostro, porque ha abandonado mis caminos. Está desgastado y destruido. Mi Rostro reestablecerá su rostro; mi Rostro lo iluminará todo, pues es más brillante que el sol y más grande que cualquier otra luz. Mi Rostro es radiante y majestuoso, profundo como un lago en la montaña.
Buscad mi Rostro, miradme a los ojos. En mi alma yacen grandes tesoros para vosotros, que habéis de apropiaros para que mi Rostro tome forma en vosotros.
Mi Rostro está lleno de gracia y de verdad. Es el Rostro de mi compasión. ¡No os canséis de buscarlo!
En un solo instante Yo puedo reconfortaros.
En un solo instante puedo consolaros.
En un solo instante puedo curar vuestras heridas.
Todo lo puedo, si vosotros tan sólo tenéis fe.
Miradme a los ojos y os inflamaréis de amor. Yo os conduciré de regreso a casa, a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
Buscad mi Rostro. En mi Rostro encontraréis amor y bondad.
Buscad a Dios en mi Rostro.
Buscar las huellas de Dios en mi Rostro.
Buscad la majestad en mi Rostro.
Buscad la belleza en mi Rostro.
Buscad el sufrimiento en mi Rostro.
Buscad el dolor en mi Rostro.
Buscad la gloria en mi Rostro.
Miradme a los ojos. Mis ojos miran vuestro corazón. Yo conozco vuestro corazón.”