EL RECUERDO DE DIOS

«Para que, a pesar de todo, se acordaran de Dios, su Padre, y de su único deseo de salvarlos, le di a Moisés mis Mandamientos, para que, al guardarlos, pudiesen recordar al Padre infinitamente bueno, que sólo se preocupa por su salvación presente y eterna» (Mensaje de Dios Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Los mandamientos del Señor… ¡Cuán importante es su cumplimiento hasta el día de hoy, pues no son sino expresión de su bondad paternal! ¡Cuánta destrucción provoca su transgresión en todos los sentidos!

En las palabras de nuestro Padre notamos que los mandamientos no son simples reglas que han de proteger nuestra vida y establecer orden en nuestra relación con Dios y con el prójimo. Al transmitírselos a Moisés, Él quería ante todo que los hombres recordaran a su Padre, que se preocupaba por su salvación, puesto que se habían olvidado de Él.

Vemos, pues, que en todo lo que Dios hace y permite se manifiesta su amor. Cuanto más lo comprendemos, más claramente lo vemos. Para ello, se nos ha dado la fe como luz en nuestra vida terrenal. Gracias a ella, ya podemos captar y estar seguros del amor de Dios en todas las situaciones de nuestra vida, por más oscuro que parezca todo a nuestro alrededor. A veces, nuestra alma se siente árida y nuestras emociones no sienten su amor. Sin embargo, «cuanto más el alma cree en ti, tanto más íntimamente se une a ti y participa de tu bondad» (Santa María Magdalena de Pazzi). Por tanto, cuanto más nos aferramos con fe a la verdad de que Dios nos ama, tal como Él mismo nos lo asegura, más podrá penetrar en nosotros su amor y crecerá la certeza interior de sabernos amados.

¡Esa es siempre la intención de nuestro Padre, ya sea a través del regalo de sus mandamientos o de tantas otras bendiciones con las que nos colma! Siempre debemos recordar su amor.