EL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SE SALVARÁ

“Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” ­–atestigua la Sagrada Escritura (Rom 10,13).

Tal vez no siempre entendemos inmediatamente que sea tan fácil salvarse… En efecto, conocemos también aquellas otras afirmaciones de la Escritura sobre el camino angosto que conduce a la vida eterna y la puerta amplia que lleva a la perdición, y el Señor advierte que “son muchos los que entran por ella” (Mt 7,13).

Sin embargo, esto no es una contradicción. También el Padre nos asegura en el Mensaje:

“Todos los que me llamen con el nombre de ‘PADRE’, aunque fuese una sola vez, no perecerán; sino que les será asegurada la vida eterna en comunión con los elegidos.”

Cuando se invoca sinceramente a Dios –y a este caso se refieren tales afirmaciones–, el hombre reconoce la verdad de Dios, que quiere salvarlo. Si lo llama con el nombre de “Padre”, entonces se declara a su favor. De hecho, San Pablo afirma que “nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’, sino por el Espíritu Santo.” (1Cor 12,3).

Una verdadera confesión de amor que el hombre profese, abre su corazón para recibir la gracia de la Redención.