EL PEQUEÑO PARAÍSO

“Habiendo comprendido cuál es el lugar de mi reposo, ¿no querréis dármelo? Yo soy vuestro Padre y vuestro Dios… ¿Os atreveríais a negarme esto? ¡Oh! ¡No me hagáis sufrir por vuestra crueldad frente a un Padre que os pide esta única gracia!”(Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

¡Hasta qué punto nuestro Padre se abaja a nosotros! ¿Quién puede permanecer indiferente al escuchar estas palabras? El Padre Celestial, el Creador de todo cuanto existe, no escatima esfuerzos para rescatarnos de nuestro extravío. Él pide nuestro amor, quiere habitar en nosotros y encontrar su reposo en nuestras almas. ¿Por qué? Porque nos ama y quiere concedernos todo lo que nos tiene preparado, y no quiere que nos perdamos.

Escuchemos atentamente las palabras que elige nuestro Padre: la ÚNICA GRACIA que nos pide es que le dejemos entrar en nuestro corazón. Nuestro Padre no insiste en que es su derecho o en que lo forzará si no le abrimos voluntariamente el corazón.

No, Él se dirige a nosotros en un tono totalmente distinto, no como un gobernante que impone su poder. ¡No! ¿Acaso no llegaremos a conocer mejor a nuestro Padre al dejar que estas palabras se asienten en nuestro corazón? ¿No lo comprenderemos un poco mejor y veremos hasta dónde llega su amor?

¡Así es nuestro Padre!

Recordemos las palabras del Apocalipsis: “Mira, estoy a la puerta y llamo: si alguno escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa” (Ap 3,20). Pensemos también en la escena en Getsemaní, cuando nuestro Señor pidió a sus discípulos que velaran una hora con Él en su agonía (Mt 26,38).

¿Podríamos negarle a nuestro Padre este deseo que pide con infinita humildad? ¿Nos atreveríamos a dejarle sufrir a Él, que no es sino amor? ¡Jamás deberíamos hacerlo! Antes bien, pidámosle a Él mismo que podamos comprender cada vez mejor su amor, que nuestro inconstante corazón no se aleje nunca de Él y le permanezca fiel. Entonces nuestro corazón será un gran tesoro para nuestro Padre, en el que Él podrá morar y encontrar un paraíso escondido en medio de un mundo aún tan falto de paz.