“EL MEJOR CAMINO”  

«Siempre te guío por el mejor camino; aquel que más te beneficie» (Palabra interior).

Si hemos entregado conscientemente nuestra vida al Padre celestial, si nos esforzamos día a día por seguir a su Hijo y luchamos por la santidad, no tenemos que preocuparnos por la próxima etapa del camino. Solo debemos recorrerlo atentamente cada día, con la certeza de que Dios siempre escogerá el camino más adecuado para nosotros en todos los ámbitos de nuestra vida, el que más nos beneficie.

Aunque lo entendamos en teoría y lo creamos, nuestra naturaleza humana a menudo se inquieta, nos empuja hacia adelante y, de alguna manera, intenta tenerlo todo bajo control. Si percibimos atentamente esta tendencia en nosotros, puede servirnos de entrenamiento espiritual, en el que el Padre celestial nos enseña a confiar y surge en nosotros la serenidad.

Pero eso implica entregarle conscientemente a Dios aquellas tendencias de inquietud y autodeterminación que descubrimos en nosotros. Esto sucede cuando interiorizamos profundamente la frase de hoy, la movemos en el corazón como hacía la Virgen María y la aplicamos en las situaciones concretas:  «Siempre te guío por el mejor camino; aquel que más te beneficie.»

De esta manera, nos autoeducamos bajo la guía del Espíritu Santo. Así, nuestro desasosiego se ve refrenado y la tendencia a determinar las cosas por nosotros mismos se ve contrapuesta a la sabiduría de Dios. Entendemos que, en virtud de esta infinita sabiduría, nuestro Padre conoce todas las circunstancias, las sopesa y escoge el mejor camino para nosotros. Lo esencial es que sepamos reconocer esta guía de Dios en nuestra vida y que le agradezcamos por habernos conducido por el camino que Él dispuso y no por el que nosotros hubiéramos deseado. Así, nuestra confianza se refuerza al asimilar la experiencia vivida, y más aún cuando consideramos que nuestro Padre celestial supo valerse incluso de nuestros errores para guiarnos por sus sendas.