EL GRAN DESEO DEL PADRE 

“¡Oh! Quisiera que comprendieras la magnitud de esta obra; su grandeza, su amplitud, su profundidad, su altura…” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Dios Padre dirige estas palabras al Papa Pío XI y a su sucesor Pío XII, así como ciertamente también a todos los papas posteriores. Pero hasta el día de hoy no ha sido instaurada la Fiesta litúrgica que nuestro Padre pide en su honor, ni se ha fomentado una veneración especial suya.

Sin entrar en discusiones teológicas en este marco, quisiera señalar que el mensaje que Dios Padre confió a la Madre Eugenia Ravasio fue intensa y rigurosamente examinado por el obispo local de ese entonces, Monseñor Alexandre Caillot, llegando a una conclusión positiva. Por tanto, podemos suponer que son verdaderamente las palabras de nuestro Padre Celestial.

Desde este trasfondo, escuchemos nuevamente las palabras dirigidas al Papa:

“¡Si tan sólo supieras cuánto deseo ser conocido, amado y honrado por los hombres con un culto especial! Desde toda la eternidad y desde la creación del primer hombre llevo en mí este deseo.”

Los “3 Minutos para Abbá” que escribo diariamente han de servir al cumplimiento de estos deseos del Padre. Que Dios, en su bondad, conceda desde ya a aquellos que se esfuerzan por profundizar en la veneración al Padre Celestial las gracias que tiene dispuestas para toda la humanidad una vez que sea conocido, honrado y amado por los hombres y la Iglesia haya establecido una Fiesta en su honor.

Ciertamente un día se cumplirá este deseo suyo. Pero, por desgracia, un prolongado retraso puede impedir que la gracia prevista por nuestro Padre se haga plenamente eficaz ya ahora. ¡Qué infinito regalo sería esta gracia precisamente en la confusión actual que se vive en el mundo y en la Iglesia!

Por eso, pido oración a todos los que escuchan estos impulsos diarios, para que llegue a comprenderse “la magnitud de esta obra; su grandeza, su amplitud, su profundidad, su altura”, y se cumpla entonces el deseo que el Padre lleva en su corazón desde toda la eternidad.