“EL CORAZÓN DEL REDENTOR”

 

«¿Quién no devolverá amor al que así nos ama?

¿Quién de los redimidos no le amará,

y escogerá en ese Corazón

su eterna morada?»

(Himno de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús)

¡Qué maravillosa invitación nos dirige este himno que se entona en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús! En efecto, si lo vemos desde la perspectiva del espíritu y del amor, resulta difícil resistirse a la invitación del Señor.

¿Adónde habríamos de ir (cf. Jn 6,68)? Nunca encontraremos un corazón que nos ame más y nos llame con mayor ternura: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11, 28). Nunca encontraremos otro corazón cuyas puertas estén tan abiertas para nosotros como el de nuestro Redentor. Nunca encontraremos otro corazón que pueda saciar todo nuestro anhelo de verdad y de amor como el de nuestro Redentor.

No habrá otro que venga a nosotros enviado por el Padre Celestial para liberarnos del poder de las tinieblas y romper todas nuestras cadenas; ningún otro que permanezca junto a nosotros incluso cuando rechazamos su invitación, esperando y esforzándose para que nos convirtamos al menos antes de nuestra muerte.

Nunca encontraremos otro corazón que pueda cumplir lo que el Redentor aseguró a Santa Matilde de Hackeborn:

«Te digo que no hay pecador tan malo como para que, si se convierte de verdad, yo no le perdone en ese mismo instante todas sus culpas e incline mi corazón sobre él con tanta gracia y dulzura como si nunca hubiera fallado».

¿Cómo podemos agradecer tanto amor? Aceptemos también en nuestra vida la invitación y exhortación que Jesús dirigió a Santa Matilde:

«Esta, mi viña, es la Iglesia Católica, en la que trabajé durante treinta y tres años con mucho esfuerzo. ¡Trabaja conmigo en mi viña!».