“Yo soy la Luz de las luces. (…) Esta Luz iluminará los caminos que conducen a la verdadera Iglesia Católica” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Para las personas que aún no conocen la fe cristiana, hay un camino orgánico para encontrarse con la luz de nuestro Padre y seguir a su Hijo; un camino que las conduce a la verdadera Iglesia Católica.
Nuestro Padre invita a sus hijos a la mesa de gracia que les tiene preparada y abundantemente servida en su Iglesia. Así, nos convertimos en buenos hijos de la Iglesia y en servidores de la “luz de las luces” –que es nuestro Padre mismo– cuando invitamos a las personas a emprender este camino, las apoyamos para que lo encuentren y les enseñamos a recorrerlo hasta el final.
¿Cómo podríamos privar a las personas de esta gracia? ¿Cómo podríamos atrevernos a obstaculizarles el camino hacia la fuente de la vida, al considerar e incluso anunciar a todas las religiones como si fuesen caminos paralelos hacia la salvación?
¿Cómo podríamos omitir decirles que Dios ofrece a todos los hombres la comunión de su Iglesia como camino seguro hacia la salvación y que realmente existe la verdadera Iglesia Católica? Si dejásemos de hacerlo ¿no estaríamos acaso descuidando nuestro servicio al Padre de las luces y fallando a la misión que le fue encomendada a la Iglesia? ¿No es cierto que nuestro Padre quiere, además de dar a conocer su amor a todos los hombres, guiarlas a la Iglesia que fundó por medio de su Hijo y ofrecerles en Ella un verdadero hogar ya aquí en la Tierra?
No nos dejemos engañar y permanezcamos siempre fieles a la verdadera Iglesia, que nunca se cansará de anunciar la salvación a todos los hombres e invitarlos al Banquete de Bodas del Cordero. Ella les ayudará a revestirse con el traje de fiesta que corresponde, para que el Padre los acoja con gran alegría.