EL ARDIENTE DESEO DEL CORAZÓN DE JESÚS

“Si los hombres pudieran penetrar en el Corazón de Jesús, con todos sus deseos y su gloria, verían que su más ardiente deseo consiste en glorificar al Padre, a Aquél que lo envió” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

Muchos de nosotros llevaremos un buen tiempo conociendo y siguiendo al Señor Jesús. Una vez que nos hemos encontrado realmente con Él, jamás querremos abandonarlo. Ya hemos conocido demasiado su amor, saboreado la verdad y recibido su bondad. Quien conoce de verdad al Señor, no querrá otra cosa que lo que Él quiere.

Sin duda, Jesús nos ama inagotablemente. Sabemos que su amor por nosotros lo llevó hasta la muerte, que está siempre a nuestro lado y que su mirada amorosa permanece fija en los hombres para que acojan el regalo que les ofrece y se encuentren con Él.

Si miramos más profundamente en el Corazón de Jesús, nos encontramos ante todo con su amor al Padre y entendemos que su gran deseo es que Él sea glorificado por el hombre, tal como el hombre puede y debe rendirle la gloria. Aquí vemos el Corazón de nuestro Señor inflamado, y es sin duda una alegría indecible para Él que el hombre despierte en el amor hacia su Padre.

¿No nos sucede algo similar cuando escuchamos que una persona se ha convertido sinceramente? ¿No nos alegramos también de que haya llegado a conocer el amor del Señor y haya sido conquistada para el Reino de Dios? ¿No tenemos también el ardiente deseo de que todos los hombres conozcan al Salvador y se conviertan en motivo de alegría para el Señor?

¡Cuánto se alegrará, pues, el Hijo de Dios cuando sea glorificado Aquel que lo envió!