EL AMOR OLVIDADO

“Ahora este amor está olvidado. Quiero recordároslo para que aprendáis a conocerme tal como soy” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).

El término “olvido de Dios” describe de forma muy precisa la situación en que se encuentra sumida una gran parte del mundo. La humanidad ha olvidado que Dios existe o, por decirlo con más precisión, ha olvidado que Él es el amoroso Padre que todo lo creó por amor. A la larga, esto conduce a la incredulidad y al sinsentido en la vida. Si Dios ya no está en el centro de nuestra vida, ¿quién o qué ocupará su lugar? Entonces necesitamos “dioses sustitutos”, y si éstos no nos satisfacen, sólo nos queda nuestra propia persona y todo gira alrededor de nosotros mismos. Un estado deplorable, desolador…

Pero nadie sufre más bajo este estado que nuestro Padre, y Él quiere llamar a los hombres a dejar atrás esa vida alejada de Dios. Nada podrá tocar tan profundamente al hombre que experimentar que Dios es en verdad un Padre infinitamente amoroso. Entonces, cuando reconoce al Padre Celestial tal como Él es y se desvanecen las imágenes falsas o distorsionadas que tenía de Él, brilla en su corazón la verdadera luz.

Sólo a un “Dios que es amor” podríamos entregarle por completo nuestra alma. En efecto, para este fin ella fue creada. Ella ama la verdadera libertad, que consiste precisamente en no dejarse llevar por las seducciones de este mundo imperfecto ni apegarse de forma desordenada a las personas, sino en entregarse plenamente al amor eterno.

Si no lo hace, el alma permanece vacía; más aún, cae en carencias de libertad y en esclavitud. Nuestro Padre quiere liberarla y darse a conocer a ella tal como Él es: como Aquél que es el único capaz de llenar verdaderamente el alma del hombre con su amor.