EL AMOR CONFIERE VALOR A NUESTRO TRABAJO

 

“Un solo trabajo realizado con toda calma y a conciencia, es más valioso que muchos trabajos hechos con precipitación. Dios no se complace en la cantidad de nuestro trabajo, sino en el amor con que trabajemos” (San Francisco de Sales).

Nuestro Padre concede generosamente su sabiduría a aquellos que se esfuerzan por adquirirla. Es evidente que a San Francisco de Sales se la comunicó en abundancia, de manera que sus frases son alimento sano para nuestra vida espiritual.

No pocas veces nos vemos tentados a medir el valor de nuestro trabajo de acuerdo a su cantidad, y posiblemente también a deducir de este criterio qué tan útiles somos. Podemos fácilmente adoptar las categorías mundanas y aplicarlas a la vida espiritual. Sin embargo, esto puede llevarnos a la depresión. Al aplicar criterios equivocados, sentiríamos, por ejemplo, que si sufrimos de una enfermedad que nos incapacita para trabajar ya no valemos mucho, e incluso podríamos pensar que somos sólo una carga para los demás.

Pero nuestro Padre suele tener una visión muy distinta de las cosas. Lo que confiere el verdadero valor a nuestras obras es el amor. Éste da un “santo sabor” a todo lo que hacemos; un sabor que perdura en el tiempo y en la eternidad.

“Al atardecer de la vida seréis juzgados en el amor” –nos dice San Juan de la Cruz.

La interiorización de esta frase puede liberarnos profundamente de esa presión de rendimiento a la que a menudo estamos sujetos, que suele ser bastante mundana.

Si hacemos todo lo que nos ha sido encomendado con la mirada puesta en Dios, movidos por el amor a Él y a los hombres y con todo el esmero posible, se convierte en algo valioso. Notaremos que la calma no disminuye la fecundidad de nuestras acciones. Entonces, ya no serán la agitación y la inquietud las que determinen el “sabor” de nuestro actuar; sino el amor y la serenidad.