“DIOS NOS TIENE EN SU MANO”

«Regocíjate, pues Dios te tiene tan firme en su mano que de ninguna manera necesitas apoyarte en tu propia seguridad» (Santa Hildegarda de Bingen).

Santa Hildegarda de Bingen nos dirige una maravillosa invitación, que nos concederá gran libertad si la seguimos. ¡Cómo nos gusta apoyarnos en nuestra propia seguridad para tener siempre una solución a la mano! En cambio, Hildegarda nos exhorta a depositar toda nuestra confianza en las manos de nuestro Padre, que realmente puede conferirnos la seguridad que necesitamos.

En la frase de hoy casi parece descubrirse una nota de humor por parte de la santa, que ciertamente conocía muy bien a sus hermanas de comunidad y también a sí misma, con esa tenaz inclinación humana a tomar las riendas y a darle vueltas a todas las cosas, imaginando todas las situaciones posibles para estar equipados. ¿Quién no conoce esa tendencia?

Pero también podemos experimentar la alegría de la que habla Santa Hildegarda. Una vez que hemos renunciado a nuestras propias seguridades o cuando sencillamente las cosas no han funcionado como lo esperábamos, podemos descubrir la mano amorosa de Dios.

En este contexto, me gusta contar una pequeña anécdota que viví en África. Viajaba en un coche completamente cargado por una de las rutas inseguras del Congo. Ya empezaba a anochecer y, por motivos de seguridad, era preferible llegar a una aldea para pernoctar que hacerlo en plena ruta. Sin embargo, el coche resbaló por una pequeña colina de arena. Empecé a preocuparme por la inseguridad, y nunca olvidaré la reacción llena de confianza y de fe de uno de los pasajeros congoleños. Simple y llanamente dijo: «Yo no creo que el Señor nos deje toda la noche aquí en la intemperie». ¡Y así fue! El coche pudo volver a la pista y llegamos a la siguiente aldea justo antes de que cayera la noche.

Hasta el día de hoy, el ejemplo de fe de aquel hombre congoleño y la experiencia vivida me llenan de alegría y gratitud hacia nuestro Padre. ¡Dios nos tenía firmemente en sus manos!