DIOS NOS AMÓ PRIMERO

 

“Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1Jn 4,19).

Debemos tener en claro que el amor a Dios no se define en primera instancia por los sentimientos. Éstos suelen ser muy efímeros y pueden cambiar de un momento al otro. También sucede con frecuencia que sentimos que nuestro corazón está frío y, por tanto, tememos que no estamos amando suficientemente a nuestro Padre.

Aquí entra en juego nuestra voluntad: queremos amar a Dios. La carta de San Juan nos da la razón más convincente: Porque Él nos amó primero.”

Se trata, pues, de corresponder a nuestro Padre, cuyo amor por nosotros precede a nuestro amor por Él. Una joven me lo expresó de forma muy hermosa. Me dijo: “Yo quiero amar al Señor tanto como Él merece”.

Podríamos encontrar un sinnúmero de razones por las que debemos amar al Señor, razones por las que Él merece ser amado. Pero, a fin de cuentas, volveremos siempre al punto de partido: Porque Él nos amó primero.” Esta es la mayor razón para amarle, buscarle y servirle con toda nuestra voluntad.

También es una respuesta sencilla para cuando las personas nos pregunten por qué amamos a Dios. Es posible que, a partir de ahí, se interesen por saber más, de modo que podamos entablar una fructífera conversación.

Y este amor a nuestro Padre Celestial también debe extenderse a nuestros hermanos, como nos dice San Juan más adelante en su carta:

“Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, que ame también a su hermano” (1Jn 4,21).