“Haz la Voluntad del Padre Celestial de buena gana, entera e inmediatamente” (Palabra interior).
¡Qué sencillez tan grandiosa adopta nuestra vida cuando empezamos a hacer realidad estas palabras! ¡Qué alegría para el Padre Celestial cuando un alma busca servirle de este modo! ¡Cuántas complicaciones innecesarias, que a menudo hacen que la vida se vuelva lenta y pesada, desaparecerán! ¡Con qué facilidad nuestro Padre puede guiar a un alma así, comunicándole su Voluntad!
Esta es la actitud de todos aquellos ángeles que permanecieron fieles a Dios. Para ellos, es un ardiente deseo e inconmensurable alegría cumplir su Voluntad de esta manera.
Ciertamente, ellos no cargan aquella pesadez de nuestra vida terrenal; están firmes para siempre e irrovocablemente en su vínculo de amor con el Padre; ya no están expuestos a ninguna tentación y son seres plenamente perfectos. Sin embargo, también nosotros, que somos hombres imperfectos, podemos ponernos en camino –con la gracia de Dios y la ayuda de los santos ángeles– para hacerlo todo de buena gana, inmediata y enteramente. Podemos arder con ellos en el deseo de cumplir la Voluntad de Dios. Las dificultades que trae consigo nuestra naturaleza caída incluso nos serán acreditadas como mérito por el Padre Celestial.
Hacer la Voluntad de Dios de buena gana… Es el espíritu de piedad el que nos mueve a vivir para la alegría de nuestro Padre.
Hacer la Voluntad de Dios enteramente… Es la fidelidad a nuestro Padre, fortalecida por su Espíritu, la que nos hace capaces de cumplir su Voluntad hasta el final, sin detenernos antes de tiempo. Hay una excelente expresión en inglés que se aplica aquí: “to the very end” (“hasta el último final”).
Hacer la Voluntad de Dios inmediatamente, sin vacilar, sin tardar… Ciertamente se pueden tener en consideración las circunstancias, pero no detenerse por miedo a ellas o por falta de libertad interior. Una vez que hayamos reconocido la Voluntad de Dios, hemos de ponernos en camino –al menos espiritualmente– para glorificar al Padre.