CONFIANZA EN LA DIVINA PROVIDENCIA

“En lo que respecta a la confianza, basta con conocer las propias debilidades y decirle al Señor que queremos depositar toda nuestra confianza en Él. La medida de la providencia divina en nosotros es la confianza que depositamos en ella. ¡Abandonémonos sin reservas a esta santa Providencia y permanezcamos en sus brazos, como un niño en el seno de su madre!” (Carta de San Francisco de Sales a Santa Juana de Chantal).

Para nuestro Padre es infinitamente importante que recuperemos la confianza en Él, que perdimos después de la caída en el pecado en el Paraíso. San Francisco de Sales –un excelente maestro espiritual de nuestra santa Iglesia– lo vio claramente. No debemos preocuparnos demasiado por nuestras propias debilidades, aunque, en el extremo opuesto, tampoco podemos pasarlas por alto con ligereza. ¡Debemos dirigirnos al Padre! Siempre corremos el peligro de ocuparnos demasiado con nosotros mismos y de no elevar los ojos al Señor, quedándonos así encerrados en nosotros mismos.

Pero el santo nos da el consejo acertado: ¡Depositemos toda nuestra confianza en el Padre! Así salimos del encierro en nosotros mismos y además le declaramos al Padre nuestro amor y, aún más, nuestra confianza en su amor.

Desde este trasfondo, comprendemos la frase de que la medida de la providencia divina en nosotros es la confianza que depositamos en ella.”

Entonces, cuanto más confiemos en nuestro Padre –dicho en otras palabras: cuanto más convencidos estemos de su amor, aun en medio de nuestras debilidades y limitaciones– tanto más desatamos la Providencia divina para que actúe en nosotros como le plazca.

Así, las palabras de San Francisco de Sales nos invitan a que, mediante nuestros actos de confianza, abramos de par en par las puertas para el actuar de Dios.