“CONFÍA EN MÍ SIN LÍMITES”

“Hijo mío, Yo soy tu Padre. Confía en mí sin límites, porque te amo, y amo especialmente a aquellos que quieren asemejarse a mi Hijo” (Palabra interior).

Nuestro Padre Celestial nos invita a una confianza sin límites.

Confiar sin límites significa abandonarnos a Dios con toda nuestra existencia, sabiendo que nunca será un error confiar así en Él. Es evidente que el Padre se complace sobremanera en esta confianza, porque entonces nos tomamos en serio su amor y abrimos las puertas para que Él pueda concedérnoslo. Por supuesto que la confianza no es ligereza o temeridad; sino la entrega del corazón.

Empieza un camino maravilloso cuando aprendemos a no retenerle nada al Señor. El Padre nos da también la razón por la que podemos confiar en Él; una razón sencilla, pero, a la vez, insondablemente profunda: “Hijo mío, Yo soy tu Padre.”

Estas palabras contienen todo lo que necesitamos, porque en el fondo estamos conscientes de nuestras limitaciones como creaturas; sabemos que no nos debemos a nosotros mismos, sino que fuimos llamados a la existencia por un Dios bueno. Y este Dios bueno se nos revela como amantísimo Padre y nos dice: “Tú procedes de mí y Yo no te abandonaré jamás. Es más: te acompañaré siempre. No podría dejar de hacerlo, porque estás impreso en mi corazón.”

Si nosotros, que intentamos asemejarnos a su amado Hijo, acogemos estas palabras de nuestro Padre, se abrirá la puerta interior de nuestro corazón y, en lugar de nuestra inseguridad de criaturas, entrará en él el amor del Padre, poniendo para siempre su morada en nosotros. A esta morada interior podemos retirarnos en todo momento, pase lo que pase, porque Él nos trata siempre como a hijos suyos.

Si vivimos así, cada día se nos convierte en un encuentro más profundo con el Padre y en una etapa del camino hasta vivir con Él para siempre en la eternidad.