“Ahora que yo os doy esta luz, permaneced en esta luz y portadla a todos. Será un poderoso medio para alcanzar conversiones e incluso –de ser posible– cerrar las puertas del infierno” (Mensaje del Padre a Sor Eugenia Ravasio).
Nuestro Padre hace todo por salvarnos a nosotros, los hombres. Para constatarlo, basta con mirar a su Hijo y su sacrificio en la Cruz.
Con su aparición a la Madre Eugenia Ravasio, nuestro Padre ha abierto una puerta más para su gracia, con el fin de que podamos conocerlo mejor a Él y a su amor. En efecto, del Mensaje del Padre emana una nueva luz, vinculada a la promesa de que se producirán conversiones, como leemos también en otros pasajes de este Mensaje. En las palabras que hoy escuchamos, el Padre señala que, de ser posible, quisiera cerrar las puertas del infierno. Aquí retomamos la reflexión de ayer.
Recordemos que nuestro Padre expresaba su dolor por el hecho de que tantas almas se condenen y lleguen al infierno junto con los demonios. Pero no se queda en manifestar su dolor, sino que nos indica qué podemos hacer para –de ser posible– evitarlo. El “poderoso medio” para ello es llevar su Mensaje a los hombres, vivir en la luz que Él nos da y convertirnos así en testigos fidedignos de su amor. Detengámonos aquí un momento para cobrar consciencia de lo que significa que el Señor se sirva de nuestro testimonio para salvar a las almas de la condenación eterna y para que, de esta manera, podamos aliviar su dolor. ¿Quién puede resistirse a esta confianza que Él deposita en nosotros?
¡Qué fácil nos lo pone el Señor! Así continúa diciendo el Padre después de las palabras que escuchamos al inicio:
“Renuevo aquí mi promesa que jamás dejará de cumplirse: ‘Todos los que me llamen con el nombre de ‘PADRE’, aunque fuese una sola vez, no perecerán; sino que les será asegurada la vida eterna en comunión con los elegidos’.”