MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “El escudo de la fe y la espada de la Palabra”  

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“Tomad en todo momento el escudo de la fe, con el que podáis apagar los dardos encendidos del Maligno” (Ef 6,16).

El entrenamiento del Señor para sus fieles, con el fin de que puedan resistir en el combate, continúa hoy con la alusión al escudo de la fe. Es importante que rechacemos de inmediato y con rapidez los dardos del Maligno, incluso cuando quieren penetrar en nosotros a través de los pensamientos. Cuanto más vigilantes seamos, menos podrán atravesarnos y herirnos los pensamientos malos o erróneos. Lo mismo se aplica a las palabras inútiles, ya sean habladas o escritas.

Si usamos el escudo de la fe con la debida atención, este nos enseñará a ni siquiera prestarles oído. ¿Qué provecho puede tener para el alma ocuparse de contenidos que la alejan de Dios? Aquí es importante que renunciemos a una curiosidad falsa que puede seducirnos para prestar oído a cosas innecesarias y hacernos creer que debemos estar informados de todo. Hemos de tomar la firme decisión de dejar entrar en nuestra alma únicamente aquello que realmente sirva al reino de Dios, en la medida en que dependa de nuestra voluntad.

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MEDITACIONES PARA LA CUARESMA: “Prontos para proclamar el Evangelio”  

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Antes de entrar en materia, hagamos un breve repaso de las meditaciones cuaresmales: el espíritu de discernimiento (la discretio) nos urge a enrolarnos conscientemente en el combate espiritual. Quien sigue a Cristo conoce bien este combate. Sin embargo, hay dos circunstancias particulares que debemos tener siempre presentes para que no “luchemos como quien golpea al aire” (cf. 1Cor 9,26):

  1. El enemigo no solo ataca desde fuera de la Iglesia, sino que también está dentro y tiene amplias zonas bajo su influencia.
  2. Ha penetrado hasta la jerarquía y, desde la cúpula más alta, intenta imponer su pernicioso rumbo a toda la Iglesia.

Teniendo esto presente, sigamos escuchando las instrucciones de San Pablo para estar preparados para el combate:

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EL GRAN DÍA SE ACERCA

La Fiesta de la Natividad del Hijo de Dios se acerca cada día más. Los corazones de los hombres han de llenarse de gran alegría y calidez. Las promesas anunciadas y preparadas desde toda la eternidad por nuestro Padre están llegando a su cumplimiento. El plan de su amor se hace realidad… leer más

La amistad entre Dios y Ezequías

Is 38,1-6.21-22.7-8

En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle: “Esto dice Yahvé: Haz testamento, porque vas a morir, no vivirás.” Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yahvé. Dijo: “¡Ah, Yahvé! Dígnate recordar que me he conducido en tu presencia con fidelidad y corazón perfecto, haciendo lo que tú consideras correcto.” Después Ezequías estalló en un copioso llanto. Entonces le fue dirigida a Isaías la palabra de Yahvé en estos términos: “Ve y di a Ezequías: Esto dice Yahvé, Dios de tu padre David: He oído tu plegaria, he visto tus lágrimas y he decidido curarte. Dentro de tres meses subirás al templo de Yahvé. Añadiré quince años a tus días. Te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, y ampararé a esta ciudad.”

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AHUYENTA AL GRUÑÓN

“Ahuyenta al gruñón. No actúa por encargo mío. Por tanto, no le prestes atención” (Palabra interior).

El “gruñón” hace alusión a aquellos espíritus que intentan perturbarnos en nuestro camino de seguimiento de Cristo. Influyen en nuestros sentimientos y pensamientos, queriendo apoderarse de ellos e importunándonos de diversas maneras.

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