Ayer reflexionamos sobre el pasaje de la purificación del Templo, y lo aplicamos luego a nuestro “templo interior”, que también requiere ser purificado.
Al inicio de nuestro “itinerario cuaresmal” cité la oración de San Nicolás de Flüe, cuya primera parte decía: “Señor mío y Dios mío, despréndeme de todo lo que me aleja de Ti.” Esta afirmación sintetiza la así llamada “vía purgativa” en el camino espiritual.