Después de haber escuchado sobre la extraordinaria conversión de San Pablo, quisiera presentar a todos nuestros oyentes a Roy Schoeman. Roy también experimentó la gracia de una conversión e iluminación. Como sabemos de San Pablo, un testimonio tal es muy importante, por lo cual él lo contaba una y otra vez, también como legitimación para su ministerio.leer más
Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote y le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén. Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Preguntó él: “¿Quién eres tú, Señor?” Y él respondió: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.”
Con esta meditación, cerramos esta serie de reflexiones que hemos preparado para los días de la Navidad. A partir de mañana retomaremos nuestras acostumbradas meditaciones sobre los textos bíblicos del día. Con la gracia de Dios, espero poder continuar con esta labor durante este año que empieza. Las meditaciones estarán acompañadas por los cantos del Coro Harpa Dei, aunque no en la misma intensidad que en estos días de la Octava de Navidad.
En nuestras representaciones, el pesebre de Belén no sólo brilla con el resplandor del Niño Jesús, con la presencia de María y José, con los pastores que se apresuran a llegar, con los Reyes magos que vienen desde el Oriente para ofrecerle sus dones y para adorarlo… Desde hace mucho tiempo, se ha hecho tradición incluir en el pesebre a la Creación no racional. El buey y el asno son silenciosos testigos de la Natividad del Señor. Y la presencia de estos animales se hace significativa.
“Ya conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza”. (2Cor 8,9)
“Una pobreza que nos enriquece”–así podríamos describir el suceso de la Natividad. A Dios no le asusta hacerse pequeño para los hombres; no teme colocarse por debajo de los ángeles, para enaltecer a los hombres. Un pequeño niño en un pesebre, sin rastro de lujo; una gruta como casa natal; unos sencillos pastores como huéspedes… ¡Todo esto revela una pobreza que está llena de dignidad, por ser voluntaria! Dios quiso venir al mundo en esta pobreza, para mostrarnos la verdadera riqueza, que es Su amor.
Al nacer en una familia humana, Dios fortaleció el núcleo de la sociedad, y nos dejó su ejemplo para que lo imitemos. A través de su Encarnación, Dios quiso penetrar todos los campos de la vida humana, y aquí la familia ocupa un lugar privilegiado.
El Señor viene al mundo como niño. Este es el camino que Dios escogió para abajarse a nosotros, y para que podamos comprenderlo. Un niño provoca alegría y amor; ternura e instinto de protección. ¡Nadie tiene miedo de un niño! Incluso personas que son cerradas, a veces se abren ante la presencia de un niño.
Los pastores de los campos de Belén acogen llenos de gozo el mensaje del ángel, y van de prisa a buscar al Recién Nacido. Son personas sencillas, y en la simplicidad de su corazón comprenden la importancia del mensaje que han recibido. ¡Ciertamente habrán quedado totalmente fuera de sí ante el sublime acontecimiento de la gruta de Belén!
María y José, los pastores que vienen desde sus campos, los tres Reyes Magos que están en camino para encontrar al Rey que ha nacido… todos ellos han sido tocados y atraídos por el misterio del Dios hecho hombre. Todos ellos tienen un encuentro con el Señor, aunque de diferentes maneras. ¡Cuán grande habrá sido la alegría de los ángeles, al saber que su Señor estaba entre los hombres! ¡Cuán dichosos habrán estado al poder llevar esa Buena Nueva a sus hermanos en la Tierra! ¡Para ellos es un honor servir con prontitud a su Padre!
Durante la octava de Navidad, quisiera hacer cada día una sencilla meditación sobre el acontecimiento de la Natividad del Señor, intercalada con villancicos interpretados por Harpa Dei. Espero que esto nos ayude a sumergirnos más en el grandioso misterio de esta Fiesta.