ITINERARIO CUARESMAL | Día 22: “Fidelidad a la Tradición”

Empecemos la meditación de este día escuchando las palabras que el Señor dirige a sus discípulos en el evangelio de hoy:

“No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. En verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla. Así, el que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5,17-19).

leer más

ITINERARIO CUARESMAL | Día 21: “La gracia de los sacramentos”

  1. La Santa Eucaristía

Dentro de nuestro camino espiritual, merecen una atención especial los santos sacramentos de la Iglesia, en particular la Santa Eucaristía. Ésta debería ser el punto culmen de la vida de la Iglesia y pertenecer naturalmente a nuestra amada identidad católica.

En la meditación de anteayer, mencioné el término “Santa Misa dignamente celebrada”. Por desgracia, hay Santas Misas en el “Novus Ordo” que están marcadas por un carácter subjetivo, con intervenciones que no forman parte de la liturgia, con cantos que no corresponden a la santidad del acontecimiento, etc…

En realidad, habría que evitar asistir a tales Misas, porque, debido a la banalización, la falta de reverencia y los elementos ajenos, el alma no sale fortalecida ni es atraída hacia el misterio de la fe; sino que más bien se queda en la periferia. Por tanto, es aconsejable –siempre que haya la posibilidad– participar en aquellas Santas Misas que preservan la sacralidad. Aunque haya que recorrer un camino más largo y arduo para llegar a una iglesia donde se la celebre así, vale la pena asumirlo, porque el mayor tesoro que hemos recibido debe ser venerado con santa devoción y alimentar verdaderamente nuestra alma.

Esto sucede especialmente en las Santas Misas del rito tradicional (Tridentinas), que transmiten la fe católica sin experimentos litúrgicos. Por eso, se las puede recomendar indiscriminadamente, porque en ellas se hace presente una santa reverencia, el alma se fortalece en la fe y puede insertarse en la milenaria tradición de cómo la Misa era celebrada a lo largo de los siglos, siendo alimento de muchísimos santos y generaciones de fieles.

  1. El sacramento de la penitencia

Otro sacramento con un valor invaluable es la santa confesión, cuyo efecto es de enorme profundidad. Cuando el sacerdote perdona nuestros pecados en el Nombre de Jesús, nuestra alma se sana y obtiene nuevas fuerzas. Experimenta un encuentro con la misericordia de Dios, y así descubre cada vez más el Ser de Dios. Lejos de ser un proceso mecánico o un mero desahogo psicológico, la santa confesión es un encuentro vivificante con nuestro bondadoso Padre del cielo. Él no sólo levanta nuevamente al alma, sino que, habiendo perdonado su culpa, la adorna con el vestido de la gracia y se deleita en ella.

Así, el alma puede continuar su camino con la serenidad de saberse perdonada, agradecida por el incesante amor del Padre Celestial, agradecida por el sacrificio de amor de Jesús en la Cruz, agradecida con el Espíritu Santo por revelárselo y hacérselo entender cada vez más en su luz.

Lamentablemente, hoy en día hay que advertir que uno debe acercarse al sacramento de la confesión con la debida seriedad. Esto incluye la contrición; es decir, el arrepentimiento por el pecado cometido, así como el firme propósito de cambiar. También hay que añadir que se debe seguir llamando al pecado por su nombre. Las tendencias de que el sacerdote dé la absolución sin el arrepentimiento y propósito de enmienda del penitente no corresponden a la praxis católica.

La regularidad en la recepción de estos sacramentos también confiere estabilidad a nuestro camino espiritual y nos alimenta constantemente. Éstos son grandes ayudas e instrumentos espirituales que Dios nos da para el camino de la santidad. Nunca debemos desaprovecharlos por negligencia, y hemos de acudir con más frecuencia al confesionario. Si, además de recibir el perdón de los pecados, el confesor nos da un buen consejo para nuestra vida con Dios, saldremos agasajados y nos volveremos capaces de agasajar a otros también.

  1. El sacramento del matrimonio

Son cada vez más las personas –por desgracia, también católicas– que ya no están conscientes del valor del santo matrimonio. Piensan que pueden simplemente posponer la boda eclesiástica hasta encontrar una fecha en que todas las circunstancias externas encajen, pero ya antes conviven como cónyuges, con los correspondientes actos íntimos. Esto está mal, y peor aún sería pensar que no es necesario contraer matrimonio en absoluto.

La Iglesia tiene una visión muy elevada y positiva del matrimonio, porque el hombre y la mujer, en su unión, han de reflejar la relación de Cristo con su Iglesia (Ef 5,22-33). Por eso, la exclusividad y la indisolubilidad, la apertura a la vida y la búsqueda del bien del otro son componentes básicos de un matrimonio. El matrimonio vive del amor y de la fidelidad, y puede renovarse y profundizarse cada vez más por la gracia de Dios. Así como la Iglesia debe amar y ser fiel a su Señor, también deben serlo los cónyuges. Por eso en el Antiguo Testamento se solía comparar la infidelidad del Pueblo de Israel a Dios con el adulterio (cf. p.ej. Os 2,7).

El matrimonio y la familia son queridos por Dios y es lo normal y deseable para la mayoría de las personas. Sin embargo, a algunas el Señor las llama a una vida totalmente entregada al servicio de Dios y de los hombres, para lo cual deben ser completamente libres. Tal vocación es una gran muestra del amor de Dios, y dichosos son aquellos que responden a este llamado.

Un “matrimonio” entre personas homosexuales, tal como se lo pretende establecer y legalizar hoy en día en el ámbito civil, es algo que la Iglesia no puede avalar, ni mucho menos bendecir. Ella está llamada a ayudar a las personas con tales inclinaciones, para que puedan llevar una vida de acuerdo con la Voluntad de Dios.

Debido a la indisolubilidad del matrimonio y el vínculo sacramental que surge entre los cónyuges “hasta que la muerte los separe”, sólo es posible volver a contraer matrimonio si muere el esposo o la esposa, o si se constata la nulidad del primer matrimonio. Con un sabio acompañamiento pastoral, hay que atender a aquellas personas cuya situación de vida no corresponde a la norma objetiva, mostrándoles los caminos para ponerla en orden ante Dios y la Iglesia, para que puedan volver a recibir los sacramentos.

De la meditación de hoy, concluyamos que los santos sacramentos forman parte de aquello que San Nicolás de Flüe suplica en la segunda parte de su oración, cuando dice: “Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti”.

Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/2022/03/22/

Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/2021/03/09/

Descargar PDF

ITINERARIO CUARESMAL | Día 18: “La oración regular”

“Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerca a Ti” –exclama San Nicolás de Flüe en la segunda parte de su famosa oración.

En la teología mística se llamaría a esta parte del camino espiritual la “vía iluminativa”. Esto quiere decir que, después de los intensos procesos de purificación –tanto la activa (de la que ya hemos hablado un poco) como también la pasiva– podemos conocer mejor a Dios.  En la vía iluminativa, la Sagrada Escritura empieza a hablarnos con más claridad, nuestra forma de orar cambia, obtenemos más luz para nuestro camino de seguimiento del Señor… En pocas palabras, el camino se torna más fácil.

leer más

ITINERARIO CUARESMAL | Día 17: “La virtud de la fortaleza y la prudencia”

Al abordar las así llamadas “virtudes cardinales”, normalmente se empezaría con la virtud de la prudencia. Sin embargo, puesto que en los días anteriores habíamos hablado de la lucha ascética contra las pasiones, conviene que primero tratemos algo sobre la virtud de la fortaleza.

La virtud de la fortaleza

En efecto, necesitamos esta virtud para no rendirnos en la lucha y poder soportar todas las adversidades, y a veces también las derrotas. He aquí un aspecto importante de la fortaleza: es la capacidad de soportar algo en aras de un bien mayor y estar dispuestos a sobrellevar sufrimiento por ello.

leer más

ITINERARIO CUARESMAL | Día 16: “Retrospección y perspectiva”

Durante los últimos días de nuestro santo itinerario hacia la Fiesta de la Resurrección, hemos echado un vistazo a los vicios que asedian nuestra alma y quieren subyugarla. Al ofrecerles resistencia y combatirlos, tal como nos enseñan vivamente los maestros de la vida espiritual, estamos cooperando activamente en el proceso de purificación interior.

La lucha contra los vicios no cesa a lo largo de toda nuestra vida, y de esta manera Dios nos forma en los más diversos aspectos. Por nuestra parte, se requiere tenacidad y perseverancia, para que nunca nos abandonemos a nuestras malas inclinaciones, pues eso significaría rendirnos.

Tendremos que sufrir derrotas en este combate, pero incluso de ellas Dios se vale. Por una parte, nos hacen ver cuán necesitados estamos de la gracia en nuestro camino de seguimiento del Señor. Por otra parte, nos protegen del peor de todos los males: la soberbia.

La lectura de hoy conforme al Leccionario del Novus Ordo expresa nuestra realidad con mucho acierto: “El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce? Yo, el Señor, examino el corazón…” (Jer 17,9-10).

En el proceso de purificación del corazón, la lucha contra los vicios ocupa un lugar central para acercarse a la meta. Sin embargo, la condición es que sepamos levantarnos de nuevo tras las derrotas, confiando en la misericordia de Dios, y que prosigamos nuestro camino. Éste es nuestro aporte en esta lucha, que es ineludible. Si el Señor nos ve luchando sinceramente, purificará nuestro corazón a través de la así llamada “purificación pasiva”, más allá de lo que podríamos lograrlo con nuestros esfuerzos en la “purificación activa”. Más adelante hablaremos de ello…

Pero el itinerario cuaresmal no sólo consiste en deshacernos del mal en sus múltiples apariencias; sino en que, mediante la obtención de las virtudes y los invaluables dones del Espíritu Santo, produzcamos en nuestra vida aquellos frutos que dan gloria a Dios y sirven a los hombres. Son éstos los que adornan nuestra alma con su verdadera belleza y nos modelan a imagen de Cristo: “Creó Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó” (Gen 1,27). Esta imagen, según la cual nos creó el Señor, quiere Él verla reestablecida en nosotros.

Cada uno de nosotros porta dentro de sí esta imagen, y nuestro Padre, siendo el “amoroso y divino artista”, quiere complacerse de su obra y llevarla a la perfección. Recordemos cómo concluye el relato de la Creación: “Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien” (Gen 1,31).

Pero el hombre quedó gravemente herido por la caída en el pecado y, por así decirlo, “cayó en manos de bandidos” (Lc 10,30).

Por eso necesitamos un Redentor y un Salvador; un Liberador y un Buen Pastor, que nos conduzca con toda sabiduría por las sendas de la salvación, que abra nuestros ojos para la verdad y libere nuestro corazón para el amor. En la Persona de Jesús, éste a quien necesitamos ya vino al mundo para cumplir la Voluntad del Padre (cf. Jn 6,38). En Él “hemos recibido la redención, el perdón de los pecados” (Ef 1,7).

Por tanto, nada nos falta para poder llegar a ser aquello para lo que Dios nos ha destinado: sus hijos, a los que Él quiere tener consigo por toda la eternidad, una vez que haya llevado a cabo su obra y nosotros hayamos hecho nuestra parte. Allí, en la eternidad, podremos contemplarlo cara a cara, en incesante dicha, en comunión con los suyos. ¡Hacia esta meta peregrinamos!

Después de habernos enfocado en los últimos días en la parte que nos corresponde a nosotros en el proceso de purificación, luchando contra todo lo que nos aleja de Dios, nos fijaremos ahora en aquello que nos acerca a Él, conforme a la segunda parte de la oración de San Nicolás de Flüe: “Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerca a Ti.”

Así como cooperamos con nuestro libre albedrío en la lucha contra los vicios, también podemos hacerlo en la obtención de las virtudes, contando, por supuesto, con la gracia de Dios. En el contexto de nuestro itinerario cuaresmal, no podremos profundizar en cada singular virtud, sobre las cuales se puede encontrar mucho en la literatura. Pero sí abordaré algunas de las virtudes, empezando por las cardinales, que son necesarias como sano fundamento de nuestra vida espiritual.

Además, las virtudes nos ayudan a contrarrestar directamente ciertos vicios. Un ejemplo sería la virtud de la templanza, que ayuda a las potencias de nuestra alma para luchar contra la gula.

Mañana veremos cómo las virtudes cardinales de la prudencia y la fortaleza nos ayudan en el seguimiento del Señor, afianzando nuestro camino y robusteciendo nuestra alma.

_________________________________________

Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/2021/03/04/

Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/2022/03/17/

Descargar PDF

 

ITINERARIO CUARESMAL | Día 15: “La lucha contra la soberbia”

El vicio espiritual más difícil de vencer es, sin duda, la soberbia. Hace falta una lucha constante y una gracia fuerte de Dios para huir del orgullo y vivir en aquella humildad que lo contrarresta y debilita decisivamente.

Juan Casiano describe a la soberbia en estos términos: “Es una bestia cruel, que ataca encarnizadamente aun a los perfectos y puede herir con veneno mortal a los que están cerca de la perfección.”

leer más

ITINERARIO CUARESMAL | Día 14: “La lucha contra la acedia y la vanagloria”

En nuestro itinerario hacia la gran Fiesta de la Resurrección, hemos de recorrer cada día de forma consciente y con la gracia de Dios, como una etapa del camino. Para ello necesitamos perseverancia, pues en nuestro caminar podemos vérnoslas con un demonio al que los padres del desierto llamaban “acedia” o “demonio del mediodía”. Esta acedia –que podemos describir como un desgano o pereza espiritual– está relacionada con la “tristitia” (tristeza) de la que hablábamos ayer. Los monjes en el desierto se veían atacados por la acedia, pero también a nosotros puede afectarnos, por lo que conviene saber al menos algo sobre ella.

leer más

ITINERARIO CUARESMAL | Día 13: “La lucha contra la tristeza”

En nuestro itinerario cuaresmal, continuamos hoy con la lucha contra los vicios, que hace parte de la vía purgativa. En esta ocasión, nos enfocaremos en el vicio de la “tristitia”; es decir, la tristeza.

  1. Lucha contra la tristeza

“Aparta de ti la tristeza –dice el sabio Ben Sirá–, pues la tristeza ha perdido a muchos, de ella no se saca ningún provecho” (Sir 30,23).

leer más

ITINERARIO CUARESMAL – Día 12: “La lucha contra la avaricia y la ira”

Siguiendo con el tema de la lucha contra los vicios, hablaremos hoy sobre la avaricia y la ira.

  1. Lucha contra la avaricia

Juan Casiano señala que este vicio debería ser más fácil de combatir, porque su objeto no está arraigado en nuestra naturaleza. Sin embargo, si le hemos dado cabida a la avaricia, entonces –según Casiano–se convierte en un vicio aún más peligroso que los otros, del que resulta difícil deshacerse.

leer más

ITINERARIO CUARESMAL – Día 11: “La lucha contra la lujuria”

Hoy hemos llegado al undécimo día de nuestro itinerario cuaresmal, que nos prepara a lo largo de estos cuarenta días para la gran Fiesta de la Resurrección del Señor. Seguiremos desarrollando hoy el tema de la lucha contra los vicios. Pero, antes de entrar en materia, un breve recordatorio de las etapas que hemos recorrido hasta ahora en nuestro itinerario:

leer más