Estoy realizando esta serie de meditaciones sobre las “carencias de libertad” porque, a mi parecer, es importante que nuestro testimonio cristiano esté impregnado por aquella libertad que sólo el Señor puede concedernos: “Si el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres” (Jn 8,36). Aunque tratemos de vivir en la Voluntad de Dios –y esto es lo que desea toda persona que haya vivido una verdadera conversión–, puede haber ciertas debilidades que nos impiden cumplir Su Voluntad gustosa, entera e inmediatamente. Aunque quizá no todos nosotros nos veamos afectados por cada una de las carencias de libertad que trataremos en las próximas meditaciones, es importante tomar nota de todas ellas. Quizá así podamos ayudar a otras personas, cuya libertad está restringida por todo tipo de miedos y otras carencias. Para desarrollar este tema, tomo ciertas pautas del libro “Nuestra transformación en Cristo” de Dietrich von Hildebrand, especialmente del capítulo llamado “La verdadera libertad”.
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Carencias de libertad (I): EL MIEDO
Quien conozca mis meditaciones diarias, notará que procuro ofrecer una ayuda para profundizar en el camino de seguimiento de Cristo, basándome en la Sagrada Escritura y en la auténtica doctrina de la Iglesia. En ocasiones, interrumpo el ritmo habitual de las meditaciones bíblicas para abordar en forma de “serie” algún tema que considero importante. De esta manera, se pueden tratar más a profundidad ciertos temas relacionados con la vida espiritual.
El aumento del fervor
El 7 de cada mes, interrumpo el marco acostumbrado de las meditaciones bíblicas diarias y dedico la meditación de ese día a nuestro Padre Celestial, para lo cual tomo un extracto del “Mensaje del Padre” a Sor Eugenia Ravasio; una revelación privada que ha sido aprobada por la Iglesia:
Amar primero a Dios
Puesto que hoy es el día 7 del mes, meditaremos un extracto del “Mensaje de Dios Padre” a Sor Eugenia Ravasio. El gran tema que está presente en todo este Mensaje es el amor de Dios a nosotros y nuestro amor a Él.
La gran oración
En la meditación de hoy, quisiera hablar sobre el Santo Rosario, puesto que al mes de octubre solemos llamarlo el “mes del Rosario”.
El Santo Rosario, llamado también el “salterio de la Virgen María”, es una de las oraciones más conocidas y queridas en la Iglesia Católica. En diversas apariciones, la Virgen pide que se lo rece, y existen extraordinarios testimonios sobre su eficacia.
Los dolores de María
La memoria de Nuestra Señora de los Dolores, que hoy celebramos, se remonta a la Fiesta de los “Siete dolores de María”, que fue introducida por el Papa Benedicto XIII en el año 1721.
En el cristianismo de Oriente, desde los primeros siglos se venera a la Madre Dolorosa. El gran poeta Efrén el Sirio (+373) canta ya sobre la Virgen bajo la Cruz, y un gran número de autores de la antigüedad cristiana tematizan los Dolores de María. Estos textos pasaron a formar parte de la liturgia de Oriente. Así, ya en el siglo VI es habitual allí la representación de María bajo la Cruz.
El amor de Dios está siempre ahí
Conforme a lo previsto, el 7 de cada mes dedicamos la meditación del día al Mensaje de Dios Padre.
El 7 del pasado mes de agosto fue precisamente la “Fiesta de Dios Padre de toda la humanidad”, para la cual nos preparamos con una Novena que también publicamos en el canal de YouTube “Elijerusalem” (https://www.youtube.com/watch?v=-_W9CL0zfu0&list=PLro4a2dUibcQ9Oy9_fCDEKy18i_GERLcZ). En esa ocasión, yo había invitado a aquellos que se sintieron particularmente llamados a honrar a la Primera Persona de la Santísima Trinidad a que se reportaran con nosotros, como representantes de su respectiva nación, para que juntos le demos a nuestro Padre Celestial aquel culto y amor que Él pide en el Mensaje dado a la Madre Eugenia Ravasio.
María: Esposa del Espíritu Santo
Amada Virgen: ¡Cuántas manifestaciones del amor resplandecen en ti! En relación con el Padre, te vemos como una amorosa hija; para el Hijo eres madre y discípula; al Espíritu Santo te une un amor esponsal.
Si ya aquí, en nuestra realidad terrenal, nos conmueve el tierno amor de una esposa humana, y podemos observar cómo ella florece y le dirige todo su corazón y su atención a su esposo, ¡cuánto más sucede así contigo, siendo así que tu Esposo es el Espíritu Santo mismo!
María: Madre del Hijo
¡Cuán excelsa es la elección que te fue concedida, amada Madre de nuestro Señor Jesucristo!
Con asombro constatamos que no sólo te fue confiado el mismo Hijo de Dios; sino también todos aquellos que le pertenecen y entonan el cántico de los redimidos (cf. Ap 14,3). Y más aún: tú eres Madre de todos los hombres, y te conviertes en luz y consuelo para los que retornan a casa.
Fiesta de Dios Padre
Nos alegramos de que muchas personas sigan nuestras publicaciones y meditaciones diarias. Durante los últimos nueve días, también las estuvimos subiendo como videos en YouTube (https://www.youtube.com/playlist?list=PLro4a2dUibcQ9Oy9_fCDEKy18i_GERLcZ).
Como ciertamente habrán notado, una intención especial mía es el anuncio del amor de nuestro Padre Celestial. No es de extrañar que sea así, pues fue Nuestro Señor quien dio testimonio de este amor, que es la clave en nuestra vida, tanto en el tiempo como en la eternidad. Entre todos los dones, el mayor es el amor, como señala el Apóstol de los Gentiles, San Pablo (1Cor 13).