Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra. leer más
Showing all posts in Meditaciones
Quinta antífona O: “O Oriens”
Oh Amanecer,
Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia:
ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. leer más
Cuarta antífona O: “O Clavis David”
Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel;
que abres y nadie puede cerrar;
cierras y nadie puede abrir:
ven y libra a los cautivos
que viven en tinieblas y en sombra de muerte. leer más
Tercera antífona O: “O Radix Iesse”
Oh Raíz de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos;
ante quien los reyes enmudecen,
y cuyo auxilio imploran las naciones:
ven a librarnos, no tardes más.
Segunda antífona O: “O Adonai”
Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley:
ven a librarnos con el poder de tu brazo. leer más
Primera antífona O: “O Sapientia”
Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
abarcando del uno al otro confín,
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad:
ven y muéstranos el camino de la salvación.
ADVIENTO EN TIEMPOS APOCALÍPTICOS (IV): Las sombras sobre la Santa Iglesia
NOTA: Retomamos hoy la serie sobre “Adviento en tiempos apocalípticos”. Si alguien prefiere escuchar una meditación sobre la lectura o el evangelio del día, puede encontrarla en el siguiente enlace: http://es.elijamission.net/la-cuestion-de-la-autoridad/
En las meditaciones del 9 y 10 de diciembre, nos habíamos enfocado en la oscuridad que vemos a nuestro alrededor. Aunque se trata sin duda de densas tinieblas, éstas no deben llevarnos a la rendición, a una actitud fatalista, como si no pudiéramos defendernos de ellas. También debemos tener en claro que, detrás de toda la oscuridad del alejamiento de Dios, están los poderes de las tinieblas, que quieren apartar a los hombres del camino del Señor o, al menos, dificultárselo.
La disposición a cambiar
Hoy, siendo el último día del mes de octubre, concluiremos la serie sobre la vida espiritual, que pretendía darnos una perspectiva de lo que propicia el camino de seguimiento de Cristo y lo hace fructificar. Antes de retomar mañana nuestras acostumbradas meditaciones bíblicas, la meditación del día de hoy –la última de esta serie de espiritualidad– nos señalará una condición básica que hemos de cumplir si queremos crecer espiritualmente.
“Despojaos del hombre viejo, que se corrompe conforme a su concupiscencia seductora; renovad vuestra mente espiritual, y revestíos del hombre nuevo, que ha sido creado conforme a Dios en justicia y santidad verdaderas” (Ef 4,22-24).
La purificación pasiva
Aun si ponemos toda nuestra voluntad para llevar a cabo en nosotros la purificación activa, no seremos capaces de refrenar y vencer todo aquello que nos impide corresponder plenamente al amor del Señor. Hay actitudes y apegos que están demasiado arraigados, y a menudo ni siquiera estamos conscientes de ellos… Por eso el Señor viene en nuestra ayuda mediante otro proceso, que va más allá de lo que podrían llevarnos nuestros propios esfuerzos en la purificación activa: Se trata de la así llamada “purificación pasiva”.
La purificación activa
En la clásica tradición mística, el camino de seguimiento suele describirse en tres “vías”: la vía purgativa (purificación), la vía iluminativa (iluminación) y la vía unitiva (unificación).
Al haber vivido una seria conversión, al esforzarse por adquirir las virtudes y al asumir conscientemente el combate contra nuestros tres enemigos –el mundo, el demonio y la carne–, el Señor inicia en nosotros el proceso de purificación interior. Se trata aquí de los apegos a nuestras pasiones, así como también a las propias ideas, ilusiones, deseos, etc.
