ITINERARIO CUARESMAL | Día 13: “La lucha contra la tristeza”

En nuestro itinerario cuaresmal, continuamos hoy con la lucha contra los vicios, que hace parte de la vía purgativa. En esta ocasión, nos enfocaremos en el vicio de la “tristitia”; es decir, la tristeza.

  1. Lucha contra la tristeza

“Aparta de ti la tristeza –dice el sabio Ben Sirá–, pues la tristeza ha perdido a muchos, de ella no se saca ningún provecho” (Sir 30,23).

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 12: “La lucha contra la avaricia y la ira”

Siguiendo con el tema de la lucha contra los vicios, hablaremos hoy sobre la avaricia y la ira.

  1. Lucha contra la avaricia

Juan Casiano señala que este vicio debería ser más fácil de combatir, porque su objeto no está arraigado en nuestra naturaleza. Sin embargo, si le hemos dado cabida a la avaricia, entonces –según Casiano–se convierte en un vicio aún más peligroso que los otros, del que resulta difícil deshacerse. También San Pablo afirma que “la raíz de todos los males es la avaricia” (1Tim 6,10), porque puede convertirse en combustible de diversos vicios más.

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 11: “La lucha contra la lujuria”

Hoy hemos llegado al undécimo día de nuestro itinerario cuaresmal, que nos prepara a lo largo de estos cuarenta días para la gran Fiesta de la Resurrección del Señor. Seguiremos desarrollando hoy el tema de la lucha contra los vicios. Pero, antes de entrar en materia, un breve recordatorio de las etapas que hemos recorrido hasta ahora en nuestro itinerario:

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 10: “La lucha contra la gula”

Ayer reflexionamos sobre el pasaje de la purificación del Templo, y lo aplicamos luego a nuestro “templo interior”, que también requiere ser purificado.

Al inicio de nuestro “itinerario cuaresmal” cité la oración de San Nicolás de Flüe, cuya primera parte decía: “Señor mío y Dios mío, despréndeme de todo lo que me aleja de Ti.” Esta afirmación sintetiza la así llamada “vía purgativa” en el camino espiritual.

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 9: “La purificación del Templo”

Después de haber escuchado en la lectura de ayer cómo la “ira del Señor” a causa de la maldad de la Ciudad de Nínive fue aplacada por la penitencia de sus habitantes, de modo que el castigo no recayó sobre ellos, conviene que hoy meditemos el pasaje de la purificación del Templo (Mt 21,12-13), que fue el evangelio de la Misa Tradicional hace dos días.

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 8: “La conversión de Nínive”

Siguiendo el leccionario del Novus Ordo, la lectura de hoy nos relata la historia de Jonás y la ciudad de Nínive (Jon 3,1-10). Sus habitantes se convirtieron y, en consecuencia, fueron exonerados del castigo que les hubiera sobrevenido.

Tomémonos muy en serio este pasaje de la Sagrada Escritura durante nuestro itinerario cuaresmal, y tratemos de actualizarlo.

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 7: “La Palabra de Dios es nuestra lumbrera”

Tanto en el Rito Tradicional como en el Novus Ordo se proclama hoy en la lectura este pasaje del Profeta Isaías sobre la Palabra de Dios:

“Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador
y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo”
(Is 55,10-11).

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 6: “Pastores para las ovejas”

La lectura que hoy se lee en la Misa Tradicional (Ez 34,11-16) va precedida por la acusación del Señor contra los pastores de Israel: “Las ovejas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras del campo” (v. 5). No quedaban pastores que se ocupasen del rebaño. Aquellos que habían sido designados, sólo se apacentaron a sí mismos (v. 8).

En este contexto, el Señor dice en la lectura de hoy:

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 5: “Rechazar al diablo”

Entre las diversas adversidades y ataques que enfrentamos en nuestro caminar, conviene que, en este santo itinerario, tengamos específicamente en consideración las acechanzas del demonio. El evangelio de hoy nos las describe al relatarnos las tentaciones de Jesús en el desierto (Mt 4,1-11).

Él procede sistemáticamente al seducir al hombre. Se vale de la inteligencia que Dios le ha dado para engañar al hombre y hacerlo dependiente de él.

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 4: “Serenidad en la adversidad”

Marcados con la cruz de ceniza, avanzamos en este santo itinerario cuaresmal hacia una conversión más profunda. Con el ayuno proveemos buena leña para el fuego del amor y en todo mantenemos la mirada fija en Dios, sin buscar las alabanzas de los hombres.

Como los discípulos, estamos de camino con el Señor, y en esta travesía también puede haber vientos contrarios e incluso tormentas, como nos relata el evangelio de hoy en la Misa Tradicional (Mc 6,47-56). Pero el Señor no nos deja solos y siempre intervendrá en nuestro favor precisamente cuando creamos que la barca se hunde y estemos indefensos ante las tormentas (Mt 8,23-26). En estas condiciones, el Señor exhortó a los discípulos a creer y confiar en Él. Y entonces calmó la tempestad.

He aquí una importante lección para nosotros…

Por más que nos gustaría que la barca de nuestra vida se deslizara serena y apaciblemente, no siempre puede ser así en este mundo. Por ello, tenemos que aprender a afrontar las circunstancias adversas confiando en el Señor, y considerarlas además como una escuela a través de la cual Él nos forma. Si queremos crecer en la fe –y es necesario que lo hagamos, para no quedarnos como “enanos en la fe”– entonces no podemos contentarnos con tomar sólo “leche”, como dice acertadamente San Pablo (1Cor 3,2), sino que necesitamos también alimento sólido. Las luchas y adversidades que hemos de afrontar, volviéndonos capaces de cargar las cruces, son alimento sólido.

A medida que crezca nuestra fe, iremos adquiriendo más valentía y fortaleza en nuestro camino, de las que tendremos cada vez más necesidad. Entonces, las dificultades que se acumulan se nos convierten en pruebas que hemos de superar en el Señor. Como valioso fruto, la fe se arraiga más profundamente en nuestra alma y van desapareciendo el miedo y la ansiedad.

Las adversidades pueden venir de dentro o de fuera, y debemos estar preparados para ellas. Esto no significa, de ningún modo, que tengamos que saber todo lo que podría sobrevenirnos y que nuestra fantasía se imagine muchos escenarios para inquietarnos.

La preparación adecuada para las adversidades de todo tipo es profundizar a diario nuestra fe. San Pablo nos exhorta a embrazar el escudo de la fe, para poder apagar los encendidos dardos del maligno (Ef 6,16). Él considera a aquellos que siguen al Señor también como guerreros, que deben revestirse con la armadura de Dios para ofrecer resistencia a los enemigos invisibles: los demonios.

A medida que aumenta nuestra fe y superamos las pruebas en los combates inevitables, crece también la verdadera serenidad. Sabemos y experimentamos que el Señor está siempre con nosotros y nunca nos abandona, que nos da todo lo que necesitamos para mantenernos firmes en los enfrentamientos. Y si salimos derrotados, Él nos vuelve a levantar.

La verdadera serenidad brota de la confianza en la presencia del Señor y de la certeza de que Él revertirá todo en bien. Esta convicción nos da la seguridad en el santo itinerario que hemos comenzado. Sin embargo, nuestra atención no ha de centrarse en las luchas y dificultades que puedan sobrevenirnos, sino en el Señor mismo.

¿Cómo podemos, pues, crecer en la fe?

Podemos empezar cuando apenas nos levantamos por la mañana y le pedimos al Señor la gracia del día que comienza. Como los discípulos le suplicamos: “Aumenta nuestra fe” (Lc 17,5), y luego le presentamos esta intención en nuestras prácticas religiosas. ¡Él nos escuchará!

Luego tenemos que estar atentos al transcurso del día, ya sea lo habitual que se nos presenta siempre, como también lo inesperado que puede aparecer. Debemos intentar permanecer siempre en un diálogo interior con Dios y mirar desde su perspectiva los acontecimientos del día. De esta manera, irá cambiando cada vez más nuestra visión de la vida. Ya no será simplemente una serie de diversos acontecimientos y obligaciones que tenemos que afrontar; sino que el día de hoy es exactamente la oportunidad que el Señor nos ofrece para crecer en la fe, en la esperanza y en el amor.

“¡Éste es el día que hizo el Señor!” (Sal 117,24).

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Meditación sobre la lectura del día: http://es.elijamission.net/2022/03/05/

Meditación sobre el evangelio del día: http://es.elijamission.net/junto-a-jesus-buscar-a-los-pecadores/

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