ITINERARIO CUARESMAL | Día 18: “La oración regular”

“Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerca a Ti” –exclama San Nicolás de Flüe en la segunda parte de su famosa oración.

En la teología mística se llamaría a esta parte del camino espiritual la “vía iluminativa”. Esto quiere decir que, después de los intensos procesos de purificación –tanto la activa (de la que ya hemos hablado un poco) como también la pasiva– podemos conocer mejor a Dios.  En la vía iluminativa, la Sagrada Escritura empieza a hablarnos con más claridad, nuestra forma de orar cambia, obtenemos más luz para nuestro camino de seguimiento del Señor… En pocas palabras, el camino se torna más fácil.

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 15: “La lucha contra la soberbia”

El vicio espiritual más difícil de vencer es, sin duda, la soberbia. Hace falta una lucha constante y una gracia fuerte de Dios para huir del orgullo y vivir en aquella humildad que lo contrarresta y debilita decisivamente.

Juan Casiano describe a la soberbia en estos términos: “Es una bestia cruel, que ataca encarnizadamente aun a los perfectos y puede herir con veneno mortal a los que están cerca de la perfección.”

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 13: “La lucha contra la tristeza”

En nuestro itinerario cuaresmal, continuamos hoy con la lucha contra los vicios, que hace parte de la vía purgativa. En esta ocasión, nos enfocaremos en el vicio de la “tristitia”; es decir, la tristeza.

  1. Lucha contra la tristeza

“Aparta de ti la tristeza –dice el sabio Ben Sirá–, pues la tristeza ha perdido a muchos, de ella no se saca ningún provecho” (Sir 30,23).

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ITINERARIO CUARESMAL | Día 12: “La lucha contra la avaricia y la ira”

Siguiendo con el tema de la lucha contra los vicios, hablaremos hoy sobre la avaricia y la ira.

  1. Lucha contra la avaricia

Juan Casiano señala que este vicio debería ser más fácil de combatir, porque su objeto no está arraigado en nuestra naturaleza. Sin embargo, si le hemos dado cabida a la avaricia, entonces –según Casiano–se convierte en un vicio aún más peligroso que los otros, del que resulta difícil deshacerse. También San Pablo afirma que “la raíz de todos los males es la avaricia” (1Tim 6,10), porque puede convertirse en combustible de diversos vicios más.

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