NOVENA A DIOS PADRE – Día 7: “Anticipo del gozo celestial”

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Amado Padre, es cierto que sólo en la eternidad, al contemplarte de faz en faz, experimentaremos la plenitud de la felicidad, hacia la cual nos dirigimos. ¡No cabe duda!

Sin embargo, no es que Tú quieras que hasta entonces sólo experimentemos dolor, aunque a veces esto nos ayude a no disfrutar una falsa felicidad. Si fuese así, Amado Padre, no nos hubieras dicho por medio de nuestro amigo San Pablo que hemos de estar siempre alegres (Fil 4,4).

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NOVENA A DIOS PADRE – Día 6: “Tu Nombre ahuyenta las tinieblas”

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Amado Padre, a menudo nos enfrentamos al mal, tanto dentro como fuera de nosotros. A veces incluso podría dar la impresión de que el mal triunfa. Él se presenta potente e intenta opacar nuestra visión y determinar nuestros sentimientos.

A la Madre Eugenia Tú le dijiste:

“¿Queréis obtener la victoria sobre vuestro enemigo? Invocadme y triunfaréis victoriosamente sobre él.”

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NOVENA A DIOS PADRE – Día 5: “Ven, Amado Padre, y mora en nosotros”

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Amado Padre, tu Hijo nos prometió en el Evangelio:

“Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará; y vendremos a él y haremos morada en él.” (Jn 14,23)

Padre, no solamente queremos invitarte; sino que clamamos con todo nuestro corazón: ¡Ven a nosotros! ¡Siéntete en casa en nosotros! Queremos prepararte una morada, en la cual puedas establecerte. Ven y no tardes; quédate para siempre.

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NOVENA A DIOS PADRE – Día 4: “Padre, tu amor y misericordia son infinitos”

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Amado Padre, en el maravilloso Mensaje que transmitiste a la Madre Eugenia Ravasio, nos cuentas cómo acompañaste a un cierto hombre durante toda su vida y lo colmaste de bendiciones. Sin embargo, aquel hombre no correspondió a tu cortejo; sino que se enredó en el pecado, ofendiéndote así constantemente. Pero Tú no cesaste de llamarlo ni de luchar por él. Poco antes de su muerte, finalmente se arrepintió de su mala vida y te invocó con el nombre de “Padre”; y Tú te alegraste de poder perdonarlo y de que esté junto a Ti en la eternidad. leer más

NOVENA A DIOS PADRE – Día 3: “Padre, quiero ser luz tuya”

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Amado Padre, esta serie de meditaciones es una Novena en tu honor, y ha de ayudar a los hombres –tus amados hijos– a conocerte más profundamente.

También ha de servir para que pronto se cumpla tu deseo de que la Iglesia instaure una Fiesta litúrgica, en la cual Tú seas honrado como “Padre de toda la humanidad”. Este anhelo Tuyo se lo confiaste a la Madre Eugenia Ravasio.

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NOVENA A DIOS PADRE – Día 2: “Tú, Padre, eres la vida”

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Conocerte, oh Padre, es la vida; la verdadera vida; la vida eterna…

En efecto, es esto lo que siempre buscamos… Constantemente estamos a la mira de algo que nos llene, que nos haga felices –según nuestro concepto de felicidad–; de algo que perdure… Pero, ¿puede acaso haber verdadera felicidad sin Ti?

¡Imposible! Y no pocas veces tenemos que experimentarlo con dolor, cuando las ilusiones se disipan y dejan el corazón herido o incluso roto.

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La mirada de Jesús al Padre

Hoy cerramos la serie de meditaciones sobre el Espíritu Santo que nos han acompañado a lo largo de las últimas semanas. A partir de mañana, retomaremos nuestras habituales meditaciones bíblicas, basadas normalmente en la lectura o el evangelio del día. Como transición, quisiera aprovechar la meditación de hoy para hablaros sobre algo que llevo en el corazón.

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“Mi amigo divino” (Parte III)

Lo que aún tengo por deciros es que mi Amigo “manda su luz desde el cielo” y rasga la oscura noche. Eso fue también lo que hizo por mí. Su luz radiante iluminó mi vida y me condujo a Jesús, nuestro Salvador. ¡Nunca podré agradecérselo lo suficiente!

Pero Él no se contenta con iluminarme y guiarme a la salvación a mí, que soy un pobre hombre. Él irradia su luz a este mundo para que todos los hombres reconozcan al Mesías que el Padre Celestial nos envió.

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Mi amigo divino (Parte II)

Mi Amigo divino no viene a morar en mí sólo cuando ya he ordenado impecablemente mi casa interior. Antes bien, si se lo pido, Él mismo me ayuda en ello. Él no se arredra ante nada; sino que está dispuesto a mostrarme los rincones sucios que yo ni siquiera sería capaz de descubrir, y Él mismo se pone manos a la obra, pero siempre con una amabilidad encantadora y con gran perseverancia. Y es que Él quiere permanecer para siempre en mi alma y prepararla para la eternidad. Allí estará firme para siempre y nunca más podrá descarrilarse.

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