Meditaciones sobre el Espíritu Santo (6/14): “La alegría”

Amado Espíritu Santo, uno de los más bellos frutos que Tú haces crecer en nosotros es la alegría. Es aquella alegría que, al igual que el amor, hace que todo sea más fácil y vence el peso que tantas veces trae consigo la vida; una alegría que es espiritualmente contagiosa, y puede darle un rayo de luz y algo de consuelo a la otra persona, siempre y cuando ella no se cierre.

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Meditaciones sobre el Espíritu Santo (4/14): “El dominio de sí mismo”

Amado Espíritu Santo, en el principio Tú aleteabas sobre las aguas y transformaste el caos en orden (cf. Gen 1,2). Ahora, también quieres traer orden al caos causado por el pecado: orden en nuestra vida interior y exterior. Fue tanto lo que se alborotó con el pecado original y los consiguientes pecados personales, a tal punto que tu amigo Pablo gemía al advertir esta ley en sus miembros que luchaba contra la ley de su espíritu, y que lo esclavizaba bajo la ley del pecado (cf. Rom 7,23). Junto con él, también nosotros gemimos: “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte…?” (Rom 7,24)

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Meditaciones sobre el Espíritu Santo: (2/14) “Un corazón puro”

Amado Espíritu Santo, Tú que eres la luz eterna y pura, ven y penetra en nosotros, para que nada quede escondido ante ti; para que ninguna sombra pueda subsistir en nuestra alma; para que la oscuridad retroceda y todo quede inflamado por tu amor. Despiértanos de toda letargia y purifica nuestro corazón, para que pueda amar como Dios ama, como Tú amas; para que Tú y yo estemos unidos hasta lo más íntimo en la alabanza a la gloria de Dios.

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Meditaciones sobre el Espíritu Santo (1/14): “La longanimidad”

“¡Oh Espíritu Santo, Tú, beso del Padre y del Hijo; Tú, dulcísimo y profundísimo beso!” (San Bernardo de Claraval)

Queremos conocerte mejor y aprender a amarte. Por eso, desciende sobre nuestra alma, “como el sol que, de no encontrar obstáculos e impedimentos, lo ilumina todo; como una saeta encendida, que no se detiene por el camino, sino que llega hasta las últimas profundidades que encuentra abiertas, y allí descansa.

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La humildad como fundamento

1Pe 5,5-14

Revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que, llegada la ocasión, os ensalce; confiadle todas vuestras preocupaciones, pues él cuida de vosotros. Sed sobrios y velad.

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SÁBADO SANTO: «Duelo por el Señor»

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Duelo por el Señor; dolor por los hombres, que no han reconocido a su Redentor y lo han crucificado… Duelo de la Madre por el Hijo amado; luto y desconcierto entre los discípulos, que se dicen confundidos: “Nosotros esperábamos que él sería quien redimiera a Israel” (Lc 24,21).

Pero el Señor descendió a los infiernos, donde aquellos que aún estaban a la espera de la Redención, y también a ellos los colmó con su amor.

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VIERNES SANTO: Redimidos por amor

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Judas consumó su traición y Jesús es apresado. Esto acontece después de que el Señor, en Getsemaní, había aceptado el sufrimiento de manos de su Padre y había dado su ‘sí’ a todo lo que tenía por delante.

Un SÍ que tuvo que atravesar la angustia y la agonía; un SÍ, después de haberle pedido a su Padre que, si era posible, aquel cáliz pasara sin tener que beberlo (cf. Mt 26,39-44); un SÍ que expresa la entrega incondicional al Padre; un SÍ por amor a nosotros, los hombres.

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