El vínculo matrimonial (Parte II)

Mt 19,3-12

Se le acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” Él respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y mujer, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.”

leer más

El vínculo matrimonial (Parte I)

Mt 19,3-12

Se le acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” Él respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y mujer, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.”

leer más

El Señor va por delante

Jos 3,7-10a.11.13-17

En aquel tiempo, el Señor dijo a Josué: “Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que, lo mismo que estuve con Moisés, estoy contigo. Tú darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: ‘En cuanto lleguéis a la orilla del agua del Jordán, os detendréis allí.’”

leer más

La vocación especial de Moisés

Dt 34,1-12

Moisés subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró la tierra entera: de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el Negueb, la comarca del valle de Jericó, ciudad de las Palmeras, hasta Soar. Y el Señor le dijo: “Esta es la tierra que prometí bajo juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije que se la daría a su descendencia. Te he dejado verla con tus propios ojos, pero no entrarás en ella”.

leer más

Dar sin calcular

2Cor 9,6-10

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas.

leer más

Dios es nuestra alabanza

Dt 10,12-22

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien. Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y todo cuanto la habita; con todo, sólo de vuestros padres se enamoró el Señor, los amó, y de su descendencia os escogió a vosotros entre todos los pueblos, como sucede hoy.

leer más

El Padre atrae a los hombres

Jn 6,44-51

En aquel tiempo, los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo.” Y se preguntaban: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: ‘He bajado del cielo’? Jesús les respondió: “No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envía no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.

leer más

Reverencia y amor confiado

Ex 33,7-11; 34,4b.5-9.28 

En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó “tienda del encuentro”. El que tenía que consultar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro. Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés.

leer más

La humildad: preciosa flor en el jardín de Dios

Ef 4,1-6

Hermanos: Yo, prisionero por el Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la llamada que habéis recibido: con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Pues uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.

leer más