Lc 7,11-17 (Lectura correspondiente a la memoria de Santa Mónica)
En aquel tiempo, fue Jesús a un pueblo llamado Naím. Lo acompañaban sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a las puertas del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda. La acompañaba mucha gente del pueblo. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores.” Luego, acercándose, tocó el féretro, y los que lo llevaban se pararon.
