La seriedad de la fe

Lc 17,26-37

 Jesús dijo a sus discípulos: “Como sucedió en los días de Noé, así ocurrirá también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían y tomaban mujer o marido, hasta que entró Noé en el arca. Entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo, que destruyó a todos.

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El Templo de Dios

Jn 2,13-22 

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Entonces hizo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes, desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los vendedores de palomas: “Quitad esto de aquí. No convirtáis la casa de mi Padre en un mercado.”

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La escuela de la humildad

Lc 17,7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor: “¿Quién de vosotros, si tiene un siervo arando o pastoreando, le dice cuando regresa del campo: ‘Pasa en seguida y ponte a la mesa’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar y cíñete para servirme; y, después que yo haya comido y bebido, entonces comerás y beberás tú’? ¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le mandaron? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os han mandado, decid: ‘No somos más que unos pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’.”

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El que crea y sea bautizado, se salvará

Mc 16,15-20 (Evangelio correspondiente a la memoria de San Willibrordo de Utrecht)

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los Once y les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y, aunque beban veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados”.

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Orar por la expansión de la Palabra del Señor

2Tes 2,16–3,5 

Que nuestro Señor Jesucristo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y gratuitamente nos concedió un consuelo eterno y una feliz esperanza, consuele vuestros corazones y los afiance en toda obra y palabra buena. Por lo demás, hermanos, orad por nosotros para que la palabra del Señor avance con rapidez y alcance la gloria, como ya sucede entre vosotros, y para que nos libremos de los hombres perversos y malvados: pues no todos tienen fe. Pero el Señor sí que es fiel y Él os mantendrá firmes y os guardará del Maligno. En cuanto a vosotros, tenemos la confianza en el Señor de que cumplís y que seguiréis cumpliendo lo que os ordenamos. Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo.

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Imitando al Apóstol

Fil 4,10-19

Hermanos: Me alegré mucho en el Señor de que por fin hayáis podido manifestar de nuevo el afecto que ya me teníais, aunque no se había presentado ocasión de expresarlo. No os lo digo porque esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo: he aprendido a vivir en la pobreza, he aprendido a vivir en la abundancia, estoy acostumbrado a todo en todo lugar, a la hartura y a la escasez, a la riqueza y a la pobreza.  leer más

El Buen Pastor y los Suyos

Jn 10,11-18

Lectura correspondiente a la memoria de San Carlos Borromeo

En aquel tiempo, dijo Jesús: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. leer más

La sublimidad del conocimiento de Cristo

Fil 3,3-8

Tened en cuenta que los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, sin poner nuestra esperanza en la carne, aunque yo tengo motivos para confiar también en la carne. Si algún otro cree poder confiar en la carne, más yo. Fui circuncidado al octavo día; pertenezco al linaje de Israel, a la tribu de Benjamín; soy hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a la justicia que proporciona la Ley, intachable.

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Las almas en estado de purificación

Lam 3,17-26

 Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: “Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.” Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

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