La buena nueva para la humanidad

Is 61,1-3 (Lectura correspondiente a la memoria de San Martín de Tours)

El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a pregonar el año de gracia del Señor,
el día de la venganza de nuestro Dios. El Señor me ha enviado a consolar a los afligidos,
los afligidos de Sión, a cambiar su ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría y su abatimiento, en cánticos.
leer más

Obediencia a los profetas

1 Re 17,8-16

En aquellos días, el Señor dirigió esta palabra a Elías: “Vete a Sarepta de Sidón y establécete allí, pues yo he ordenado a una viuda de allí que te provea de alimento”. Se preparó y fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba recogiendo leña. La llamó y le dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para beber”. Mientras ella iba a traérselo, la llamó y le dijo: “Tráeme, por favor, un pedazo de pan”. Pero ella respondió: “Por vida del Señor, tu Dios, que no me queda pan cocido. Sólo tengo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la aceitera. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos”.

leer más

El Templo de Dios

Jn 2,13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Entonces hizo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes, desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los vendedores de palomas: “Quitad esto de aquí. No convirtáis la casa de mi Padre en un mercado.” Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: “El celo por tu casa me devorará.” Los judíos entonces le dijeron: “¿Qué signo puedes darnos que justifique que puedes obrar así?” Jesús les respondió: “Destruid este santuario y en tres días lo levantaré.” Los judíos le contestaron: “Cuarenta y seis años se ha tardado en construir este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero él hablaba del santuario de su cuerpo.

leer más

Sagacidad de los hijos de la luz

Lc 16,1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda. Un día le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no seguirás en el cargo.’ Entonces se dijo para sí el administrador: ‘¿Qué haré ahora que mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea destituido del cargo me reciban en sus casas.’ Llamó entonces uno por uno a los deudores de su señor. Dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’ Respondió: ‘Cien medidas de aceite’. Él le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.’ Después preguntó a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’ Contestó: ‘Cien cargas de trigo.’ Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta.’

leer más

La sublimidad del conocimiento de Cristo

Fil 3,3-8

Tened en cuenta que los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, sin poner nuestra esperanza en la carne, aunque yo tengo motivos para confiar también en la carne. Si algún otro cree poder confiar en la carne, más yo. Fui circuncidado al octavo día; pertenezco al linaje de Israel, a la tribu de Benjamín; soy hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a la justicia que proporciona la Ley, intachable. Pero lo que antes consideré ganancia, lo consideré pérdida comparado con Cristo. Más aún, juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él perdí todas las cosas; incluso las tengo por basura para ganar a Cristo.

leer más

Fuentes de la verdadera alegría

Fil 2,12-18

Ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación, pues es Dios quien, por su benevolencia, realiza en vosotros el querer y el obrar. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, para que seáis irreprochables y sencillos hijos de Dios sin tacha, en medio de una generación perversa y depravada, en medio de la cual brilláis como estrellas en el mundo, manteniendo en alto la palabra de la vida. Así, en el Día de Cristo, seréis mi orgullo, ya que sentiré que no he corrido ni me he fatigado en vano. Y aunque mi sangre se derrame como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegro y congratulo con vosotros. De igual manera, también vosotros alegraos y congratulaos conmigo.

leer más

La humildad es servir a la verdad

Fil 2,5-11

Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo, el cual, siendo de condición divina, no reivindicó su derecho a ser tratado igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre.

leer más

Sanas advertencias del Apóstol de los Gentiles

Rom 12,3-13 (Lectura correspondiente a la memoria de San Carlos Borromeo)

En virtud de la misión que me ha sido confiada, debo deciros que no os valoréis más de lo que conviene; tened más bien una sobria autoestima según la medida de la fe que Dios ha otorgado a cada cual. Pues así como nuestro cuerpo, aunque es uno, posee muchos miembros, pero no todos desempeñan la misma función, así también nosotros, aunque somos muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo; los unos somos miembros para los otros. Pero tenemos dones diferentes, según la gracia que Dios nos ha concedido: si es el don de profecía, ejerciéndolo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, sirviendo en el ministerio; si es la enseñanza, enseñando; si es la exhortación, exhortando.

leer más

Saber escuchar

Mc 12,28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”Jesús le respondió: “El primero es: ‘Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ No existe otro mandamiento más grande que éstos”.

leer más

Las almas en estado de purificación

Lam 3,17-26

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: “Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.” Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

leer más