Elogio a la Santa Cruz

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Primera Lectura: Is 66,10-14c

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis; alegraos de su alegría los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: «Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado, se manifestará a sus siervos la mano del Señor».

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El valor objetivo de una bendición

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Gen 27,1-5.15-29

Isaac había envejecido y ya no veía bien por tener debilitados sus ojos. Un día llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “¡Hijo mío!” Él respondió: “¿Qué deseas?” “Mira -dijo-, me he hecho viejo e ignoro el día de mi muerte. Así que toma tus saetas, tu aljaba y tu arco; sal al campo y me cazas alguna pieza. Luego me haces un guiso suculento, como a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma, a fin de bendecirte antes de morir.”

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La verdadera sencillez (Parte I)

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La sencillez es un gran valor, cuando se la entiende correctamente. En efecto, sencillez no significa simplificar todas las cosas y ya no ser capaces de pensar de manera diferenciada. Antes bien, la verdadera sencillez quiere decir que contemplamos todas las cosas desde la perspectiva de Dios, de modo que cada cual recibe el lugar que le corresponde. Es el Espíritu Santo el que coloca todo en su orden, tanto en la vida interior como en la exterior.

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Llamados a la libertad

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Gal 5,1.13-18

Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud. Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad. Pero no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos unos a otros por amor. Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

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La verdadera Iglesia

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Mt 16,13-19

Tras llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Ellos respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.” Él les preguntó: “Pero vosotros ¿quién decís que soy yo?“ Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.”

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Los corazones sencillos

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Mt 11,25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.”

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Edificar la casa sobre la confianza en Dios

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Mt 7,21-29

Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’

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Falsos profetas

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Mt 7,15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producirlos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.”

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El camino angosto

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Mt 7,6.12-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos. En esto consisten la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición; y son muchos los que entran por ella. En cambio, ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida! Y pocos son los que lo encuentran.”

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La vocación de San Juan Bautista

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El lugar de la Natividad de Juan Bautista

Is 49,1-6

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.”

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