Memorias del Paraíso

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Sb 8,1-6

Lectura correspondiente a la memoria de Santa Hildegarda de Bingen

La sabiduría se propaga decidida de uno al otro confín y gobierna todo con acierto. Yo la amé y la pretendí desde mi juventud; me empeñé en hacerla mi esposa, enamorado de su belleza. Su intimidad con Dios ennoblece su linaje, pues el dueño de todo la ama. Está iniciada en el conocimiento de Dios y es la que elige sus obras. Si la riqueza es un bien apetecible en la vida, ¿qué cosa más rica que la sabiduría, que todo lo hace? Si la inteligencia trabaja, ¿quién sino la sabiduría es el artífice de cuanto existe?

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Seguir la voz del Señor

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Jn 17,6a.11b-19

Lectura correspondiente a la memoria de San Cornelio y Cipriano

 Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: “Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.

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Ira y compasión de Dios

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Ex 32,7-11.13-14

En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: “¡Anda, baja de la montaña, porque se ha pervertido tu pueblo, el que sacaste del país de Egipto. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: ‘Éste es tu Dios, Israel, el que te ha sacado del país de Egipto.’”

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La victoria del amor

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Jn 3,13-17

Lectura correspondiente a la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo: el Hijo del hombre. Y, del mismo modo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga en él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.”
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El blasfemo se hace creyente

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1Tim 1,1-2.12-14

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Jesucristo, nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. leer más

Actuar a la manera de Dios

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Lc 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

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El verdadero combate

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Col 3,1-11

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él. Por tanto, dad muerte a todo lo terreno que haya en vosotros: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la ira de Dios sobre los rebeldes.

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Sólo en Cristo reside la plenitud de la divinidad

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Col 2,6-15

Hermanos: Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según él. Arraigados en él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento. Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo. Porque es en Cristo en quien reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y por él, que es cabeza de todo principado y autoridad, habéis obtenido vuestra plenitud.

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Completar el padecimiento de Cristo

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Col 1,24–2,3

Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria.

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La sabiduría de entregarse a Dios

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Sab 9,13-19

¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa. Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le envías tu santo espíritu desde lo alto? Así se enderezaron las sendas de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada y se salvaron por la sabiduría.

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