Con la meditación del día de hoy, retornamos al marco acostumbrado de las reflexiones bíblicas, con las cuales continuaré mientras Dios me permita realizar este valioso servicio. Quiero agradecer de corazón por los numerosos correos que nos llegaron después de las meditaciones sobre Dios Padre y la Virgen María. Aún estamos en el proceso de elaborar una lista con las personas que nos han escrito expresando su deseo de cooperar con nosotros en la “obra de amor” del Padre Celestial. Una vez que lo hayamos terminado, daremos una que otra pauta sobre cómo podrían unirse aún más a nosotros para la glorificación del Padre. Les pedimos un poco de paciencia hasta que nos pongamos en contacto con ustedes… Mientras tanto, les invito a seguir las meditaciones diarias. Espero que éstas ayuden a todos los oyentes a encontrar en estos tiempos confusos una clara orientación, que nos es dada en la Sagrada Escritura, en la auténtica doctrina de la Iglesia y en la sana enseñanza espiritual.
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María: Hija del Padre
¿Podría uno imaginar una hija del Padre Celestial más encantadora que tú, amada Virgen María? Una hija que embelesa tanto a su Padre que Él le confía lo más precioso: su amado Hijo.
¡No, no puede haber alguien que se te iguale!
El vínculo matrimonial (Parte II)
Mt 19,3-12
Se le acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” Él respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y mujer, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.”
El vínculo matrimonial (Parte I)
Mt 19,3-12
Se le acercaron a Jesús unos fariseos que, para ponerle a prueba, le preguntaron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” Él respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y mujer, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne’? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.”
El Señor va por delante
Jos 3,7-10a.11.13-17
En aquel tiempo, el Señor dijo a Josué: “Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que, lo mismo que estuve con Moisés, estoy contigo. Tú darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: ‘En cuanto lleguéis a la orilla del agua del Jordán, os detendréis allí.’”
La vocación especial de Moisés
Dt 34,1-12
Moisés subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró la tierra entera: de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el Negueb, la comarca del valle de Jericó, ciudad de las Palmeras, hasta Soar. Y el Señor le dijo: “Esta es la tierra que prometí bajo juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije que se la daría a su descendencia. Te he dejado verla con tus propios ojos, pero no entrarás en ella”.
Dar sin calcular
2Cor 9,6-10
El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas.
Dios es nuestra alabanza
Dt 10,12-22
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien. Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y todo cuanto la habita; con todo, sólo de vuestros padres se enamoró el Señor, los amó, y de su descendencia os escogió a vosotros entre todos los pueblos, como sucede hoy.
El Padre atrae a los hombres
Jn 6,44-51
En aquel tiempo, los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo.” Y se preguntaban: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: ‘He bajado del cielo’? Jesús les respondió: “No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envía no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.
Reverencia y amor confiado
Ex 33,7-11; 34,4b.5-9.28
En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó “tienda del encuentro”. El que tenía que consultar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro. Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés.
