El mundo no era digno de ellos

Hb 11,32-40 

Hermanos: ¿Qué más diré? Me faltaría tiempo si tuviera que hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los Profetas, que por la fe sometieron reinos, ejercieron la justicia, alcanzaron las promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, se curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra y abatieron ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que recuperaron resucitados a sus muertos.

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La mejor disposición

1Cor 7,32-35 

Hermanos: me gustaría veros libres de preocupaciones. El que no está casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradarle. El casado se preocupa de las cosas del mundo y de cómo agradar a su mujer, lo que le obliga a estar dividido. La mujer no casada y la virgen se preocupan de las cosas del Señor, para ser santas en el cuerpo y en el espíritu; la casada, sin embargo, se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Os digo esto sólo para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino en atención a lo que es más noble y al trato con el Señor, sin otras distracciones.

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La luz resplandeciente de la fe

Hb 11,1-2.8-19 

La fe es garantía de lo que se espera y prueba de lo que no se ve. Por ella fueron alabados todos nuestros mayores. Por la fe, Abrahán, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia. Además, salió sin saber a dónde iba. Por la fe, peregrinó hacia la Tierra prometida como extranjero, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas. Es que Abrahán esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

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Un poquito de tiempo todavía y el que viene llegará

Hb 10,32-39

Hermanos: Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos, expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros, solidarios de los que eran tratados así. Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.

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El Cordero los vencerá

1Cor 1,26-31

Lectura correspondiente a la memoria de Santa Inés

¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Dios ha escogido más bien a los que el mundo tiene por necios para confundir a los sabios; y ha elegido a los débiles del mundo para confundir a los fuertes. Dios ha escogido lo plebeyo y despreciable del mundo; lo que no es, para reducir a la nada lo que es.

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La curación de un hombre en sábado

Mc 3,1-6

Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» Él la extendió y quedó restablecida su mano.

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Hacer el bien con perseverancia

Hb 6,10-20

Hermanos: Dios no es tan injusto que se olvide de vuestras obras y del amor que habéis mostrado en su nombre, de los servicios que habéis prestado y seguís prestando a los santos. Deseamos, no obstante, que cada uno de vosotros siga manifestando hasta el fin la misma diligencia, para que se realice plenamente la esperanza. Y no seáis indolentes; imitad más bien a quienes, mediante la fe y la perseverancia, heredan las promesas.

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El ayuno

Mc 2,18-22

Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno; y vinieron a decirle a Jesús: “¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan y, en cambio, tus discípulos no ayunan?” Jesús les respondió: “¿Acaso pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?

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El cuerpo: templo del Espíritu Santo

1Cor 6,13c-20

Hermanos: el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Voy, entonces, a tomar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: “Los dos se harán una sola carne”.

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La Palabra de Dios

Hb 4,12-16

Viva es la Palabra de Dios y eficaz, más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas; y discierne sentimientos y pensamientos del corazón. No hay cristura invisible para ella: todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de dar cuenta.

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