Tú eres el Mesías

Mt 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Ellos respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.” Él les preguntó: “Pero vosotros ¿quién decís que soy yo?” Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.”

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La sutil tentación de la mundanización

Mc 1,12-15 

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció allí cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Después que Juan fuese entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba el Evangelio de Dios: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha llegado; convertíos y creed en el Evangelio.”

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Junto a Jesús, buscar a los pecadores

Lc 5,27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo. “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y le siguió. Leví ofreció en su casa un gran banquete. Les acompañaban a la mesa un gran número de publicanos, aparte de otras personas. Los fariseos y los escribas decían refunfuñando a los discípulos: “¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?” Les respondió Jesús: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.”

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Un ayuno grato al Señor

Is 58,1-9a

Esto dice el Señor Dios: Clama sin tregua, bien fuerte; levanta tu voz como trompeta y denuncia a mi pueblo su rebeldía, a la casa de Jacob sus pecados. Ellos me consultan día a día y quieren conocer mis caminos, como gente que practica la justicia, que no abandona el mandato de su Dios. Me consultan sobre normas de justicia, les gusta estar cerca de su Dios.

-¿Para qué ayunamos, si no lo ves, o nos mortificamos, si no te enteras?

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La verdadera vida

Lc 9,22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; lo matarán y resucitará al tercer día.” Decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si se destruye a sí mismo o se pierde?”

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Miércoles de Ceniza: “Inicio de la Cuaresma”

2Cor 5,20–6,2

Hermanos: somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios os exhortase por medio de nosotros. En nombre de Cristo os rogamos: reconciliaos con Dios. A él, que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que llegásemos a ser en él justicia de Dios. Como colaboradores suyos os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: “En el tiempo favorable te escuché. Y en el día de la salvación te ayudé”. Mirad, ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.

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También hoy hace falta un arca

Gen 6,5-8; 7,1-5.10

Viendo Yahvé que la maldad del hombre cundía en la tierra y que todos los proyectos de su mente eran puro mal de continuo, le pesó a Yahvé de haber creado al hombre en la tierra, y se indignó en su corazón. Así pues, dijo Yahvé: “Voy a exterminar de sobre la faz del suelo al hombre que he creado –desde el hombre hasta los ganados, los reptiles y hasta las aves del cielo–, porque me pesa haberlos hecho.” Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé.

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El primer fratricidio

Gen 4,1-15.25

Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un varón con el favor de Yahveh.” Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador. Pasado algún tiempo, Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos del suelo. También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro.

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